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Mostrando entradas de febrero, 2022

SI YO MURIERA MAÑANA.

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Colgado del Álamo de la plaza del pueblo. Tiroteado entre dos coches. Cayendo despacio por el precipicio al que tantas veces me asomé. Con el cianuro de mi muela postiza abrasando mi deteriorada alma. En una cama de hospital, con los pulmones negros de fracaso. Devorado por una caterva de zombies hambrientos. Con la cabeza separada del cuerpo y las manos pidiendo clemencia. En una calle de Boston, cirrótico, tal vez, abandonado, eso seguro. Cuando mi sístole no responda a mi diástole. El mundo seguirá rodando, ajeno a mi adiós definitivo.      Marcos H. Herrero.

HUIDA.

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He vuelto a soñar con el coche rojo. Me subía en él de nuevo, aceleraba, la velocidad volvía borroso el paisaje. Era una especie de robo, porque hasta en sueños soy consciente de las cosas que no son mías, de las cosas que perdí, de las cosas que nunca volverán. Llegué a un lugar reconocible, el sol filtrándose entre unas nubes de tormenta, la plaza de aparcamiento, el grifo goteando momentos de infravalorada libertad. Una noche me acogía en su resplandor selénico, los vasos llenos de absurda irresponsabilidad. Entonces lo supe, de tanto acelerar había vuelto al pasado. Alguien sin cara se acercó a mí para recitar la frase con la que acaban todos mis sueños: no lo habrás hecho muy bien cuando lo único que quieres es huir. Y otra mañana sin acelerador, de paisaje lento, casi apático, de coches oscuros en la acera, de días perdidos e iguales, de noches con sueños de liberación.            Marcos H. Herrero.