HUIDA.






He vuelto a soñar con el coche rojo.

Me subía en él de nuevo, aceleraba,
la velocidad volvía borroso el paisaje.

Era una especie de robo,
porque hasta en sueños soy consciente
de las cosas que no son mías,
de las cosas que perdí,
de las cosas que nunca volverán.

Llegué a un lugar reconocible,
el sol filtrándose entre unas nubes de tormenta,
la plaza de aparcamiento, el grifo goteando
momentos de infravalorada libertad.

Una noche me acogía en su resplandor selénico,
los vasos llenos de absurda irresponsabilidad.

Entonces lo supe,
de tanto acelerar
había vuelto al pasado.

Alguien sin cara se acercó a mí
para recitar la frase
con la que acaban todos mis sueños:
no lo habrás hecho muy bien
cuando lo único que quieres
es huir.

Y otra mañana sin acelerador,
de paisaje lento, casi apático,
de coches oscuros en la acera,
de días perdidos e iguales,
de noches con sueños de liberación.

    

      Marcos H. Herrero.

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