Adiós octubre, adiós.
Estoy saliendo de octubre, inmisericorde para conmigo, con unas poesías sin ritmo ni rima, no exentas de esperanza. Es difícil escribir un buen verso envuelto en una tristeza tan profunda. El dolor se hace tangible, los nervios, también el miedo, la oscura mirada del abandono. Para componer pido un poquito de melancolía, con un día lluvioso me vale, pero esto es demasiado. A la persona o personas que me estén haciendo Vudú, desde aquí les digo: las últimas dos agujas están sobrando. Reconozco que los mejores versos salieron de la felicidad, escribir era más fácil cuando ella paseaba desnuda por mi casa. Aún así lo sigo intentando, hilar un poema, aunque sea sin rima y sin ritmo, que nos avise de que hay vida más allá. De que aún estamos vivos. Que tenemos amigos y bares donde hacer de esa amistad algo inolvidable. Que las personas que se fueron ya no nos arropan por la noche, pero nos enseñaron a arroparnos solos, ahí empieza su recuerdo. Que aún sin tener edad, podemos disf