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Mostrando entradas de octubre, 2015

Adiós octubre, adiós.

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Estoy saliendo de octubre, inmisericorde para conmigo, con unas poesías sin ritmo ni rima, no exentas de esperanza. Es difícil escribir un buen verso envuelto en una tristeza tan profunda. El dolor se hace tangible, los nervios, también el miedo, la oscura mirada del abandono. Para componer pido un poquito de melancolía, con un día lluvioso me vale, pero esto es demasiado. A la persona o personas que me estén haciendo Vudú, desde aquí les digo: las últimas dos agujas están sobrando. Reconozco que los mejores versos salieron de la felicidad, escribir era más fácil cuando ella paseaba desnuda por mi casa. Aún así lo sigo intentando, hilar un poema, aunque sea sin rima y sin ritmo, que nos avise de que hay vida más allá. De que aún estamos vivos. Que tenemos amigos y bares donde hacer de esa amistad algo inolvidable. Que las personas que se fueron ya no nos arropan por la noche, pero nos enseñaron a arroparnos solos, ahí empieza su recuerdo. Que aún sin tener edad, podemos disf

Aún estoy vivo

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Camino por la calle pisando mañanas soleadas, otro día más que se marchará sin hacer ruido, humo de mi boca, huellas invisibles, como el agua que gotea del hueco de unas manos casi siempre insensibles a todo este desastre. Dentro de mí pervive un atardecido fracaso, el afán luctuoso y egoísta de quererlo todo, la lluvia bajo la que me pregunto dónde estarás. Porque mi poesía ya no es la misma desde que te fuiste. De todas las opciones siempre elegí la peor. Y luché, vaya si luché. Se rompieron mis sueños e inventé otros, que rompí por no entender la palabra porvenir. Pero aún estoy vivo, tengo estas agonizantes palabras, una ventana por la que nunca saltaré. Libros. Andenes. Maletas. Y ciudades que me llaman con el lento traqueteo de un tranvía. Respiro cada mañana, aunque cuesta demasiado. Me queda mucha sangre que derramar, la estética de tu mirada mientras esperas a otro. El verso encerrado en la lágrima que corre

Despidiendo recuerdos y poemas.

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Aparte del desahogo y de componer un arte que nadie haya hecho, cuando escribo un poema lo hago con una finalidad: acariciar el alma de un lector, levantar conciencias, llamar la atención de la rubia de la clase, callar a la rutina, que un amor pasado me recuerde, que diga: "Hostia, no me has olvidado." Objetivos casi siempre incumplidos, pues mis poemas no valen para nada. Por ello y porque octubre es el peor mes del año, voy a asesinar a toda la poesía que habita este escaecido blog. Casi ningún verso cumplió las expectativas, tal vez porque no soy tan brillante como creo, tal vez porque las personas a las que van dedicadas no entienden lo que escribo. Donde yo veo tejados bermejos bañados por una luna amarilla, otros ven el cielo de una ciudad asfixiante, donde yo dibujo el tanga de la niña que amo, otros ven sexo, donde yo escribo amor, otros sólo ven puta. Serán estos tiempos modernos en los que la palabra puta tiene diferentes acepciones, dependiendo la boca po