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Mostrando entradas de enero, 2017

El diablo.

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Es un cura que abusa impune de un niño, el político que engaña a sus electores.  Es una pobre ricachona con armiño, la polla inmunda e infecta de los violadores.  No es una niña que se sube por las paredes insultando a la madre del exorcista pedante, ni la que se masturba, crucifijo mediante, mientras vomita verde encima de los deberes.  Quemó mujeres con excusas de brujas, sedujo almas nobles para su franquicia, cornudo compinche de un reloj sin agujas, estrepitoso silencio frente a la injusticia Es una cruz de oro y unos testamentos frente a un presidente que jura el cargo.  Es el himen encerrado en los conventos endureciéndose cada día en su letargo.  No es el exiliado que lanza un escupitajo  sobre las manos apergaminadas de un abuelo.  No vive castigando almas dos pisos más abajo, porque el infierno está en ti y no en el subsuelo.  Últimamente lo vieron por América  sentado displicente en el despacho oval, con pelo oxi

Desvaríos de un analfabeto que quiere ser poeta.

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Esquivando flechas y breves imposturas logré rasgar otro año en el calendario, mi sombrero alzo por dejarme a oscuras  ante la estrábica puntería del sicario, que no logró atinarme, allá por el verano, cuando pude quererme y no quererte.  Yo, que aburrido en un pupitre Salesiano cincelé con cúter mi prematura muerte.  Ya es tarde para dejar un cadaver bello, para entender que después de tanto, la vida se vuelve inerme, fugaz destello que al irse sólo deja desencanto.  Como el espejo con vaho que encierra la monotonía de cualquier taquimeca, como el relámpago que al tocar tierra inicia fuego de cerilla en hierba seca.  Ser poeta era sentir lo que nadie sentía, soltar el piropo sin miedo al bofetón, hacer caer unas bragas con brujería, colocarte una bala antigua en el corazón.  Pero todo eso acabó, ahora la rima comienza cuando quiere un timador de letra moralina, el público aplaude lo que a mí me da vergüenza, aquí ya nadie mezcla