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Mostrando entradas de julio, 2015

Derrota (III)

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  " Los que pudieron ser y no han querido".                Benditos malditos II                          Nunca me gustó ser quien soy (¿a alguien sí?). Esta cabezonería hacia la derrota a menudo se hace insoportable. Sepa usté que yo no pierdo porque existan novios mejores, preferibles, o escritores más brillantes, o trabajadores mejor cualificados, más competentes. No los hay. Yo pierdo porque me gusta. La situación de abandono y soledad (¿se acuerdan del poema?), de fracaso y caída me hace sentir vivo. No le agarro la gracia a ese invento del hombre llamado felicidad; tener casa, coche, suerte, amante, cortar el césped del jardín los domingos por la tarde, sonreírle al éxito, dormir sin desvelo en una cama desmesurada, ser el primero de la clase,  para mí, no merece la pena. Podía haberlo hecho mejor la verdad, mas no, amo el desastre. Prueben ustedes, abandonen a su pareja, derramen lágrimas en el andén, voten a Syriza para rehabilitar la famosa tragedia griega

No cabrones, Javier Krahe.

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Hoy he amanecido con una de las peores noticias con la que puede amanecer un aprendiz de poeta como yo: Javier Krahe ha muerto.  Brillante, revolucionario, noctívago, tocapelotas, rocambolesco, divertido, rojo. Tan Brassen, tan Mandrágora. Siempre te puse de ejemplo para describir mi vida. En Disquisiciones sobre poesía y literatura escribí la anécdota que más me gusta sobre ti, la habré contado como un millón de veces, pero la vuelvo a contar. Estando Sabina en el Café Gijón, reunido con esos pseudo poetas que tanto abundan en este país, uno de ellos se le acercó y le dijo: Tú sí que eres un gran poeta y no ese Javier Krahe.-  Sabina aguantó la conversación una hora más hasta que soltó: ¿Vosotros sabéis de quién son estos versos? Tú que has tenido la rara fortuna/ de conocer/ el corazón a la luz de la luna/ de mi mujer,/ tú, que supiste cogerle el tranquillo/ a esos abrazos/ más de una vez te adivino en el brillo/ de sus ojazos./-  Algunos de los que se creían poetas