Carmín en el vaso.
Para Irene, por ser la primera sonrisa de la mañana. De mi juventud, de esa época descuidada y subversiva, me han quedado recuerdos y dos versos extraños que espero transformar algún día en poesía*. Los recuerdos son esenciales, actitudes o movimientos nimios que perduran en el corazón para siempre. Como la luz de los acomodadores de cine, trabajo ya en desuso, mis amigos y yo estábamos colados por la chica que partía las entradas, a veces entraba en la sala oscura, a mitad de la película, armada con su linterna, entonces nosotros dejábamos de ver la película y toda nuestra atención se centraba en su oscura silueta, ella miraba la pantalla y suspiraba cada vez que aparecía Brad Pitt, tal vez así sea el amor, mirar prendado a esa persona que suspira por alguien que nunca somos nosotros. Pero casi todos mis recuerdos confluyen en ti. El lunes que me llevaste al campo a merendar en tu coche inerme, yo no sabía ni conducir, tendría diecisiete, tan sólo alucinaba con los movi