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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Fin.

Agito al viento mi pañuelo de despedida. Ahora que ya no tengo ni un maullido cuando abro la puerta de mi casa, que las musas se han largado con otros mejores que yo, tengo que bajar el telón, tengo que escribir adiós. Supongo que la pérdida y la derrota pesan más de lo que soy capaz de ocultar. Ojalá el año nuevo traiga alguna razón para seguir escribiendo, ahora no tengo ninguna. Gracias a todos aquellos que pasasteis por aquí, que dejasteis algún comentario y que dedicasteis tiempo a leer mi poesía; si alguna vez me creí poeta fue por vuestra culpa. Gracias. Hasta siempre.        Marcos H. Herrero.  TERMINA LA FUNCIÓN.  No se ponga triste, caballero, que la amargura y el placer son el azogue del espejo multicolor del cabaré.  Aquí la lágrima es de caramelo y la sonrisa de papel y las caricias de mujer.  Venga a ser feliz al Paralelo y no se olvide de aplaudir si ve salir, de mi sombrero de copa, la palabra fin.  Mañana el cabaré r

Relámpago navideño

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No me llevo bien con la Navidad, y ahora que ella no está, menos todavía. Ojalá las cosas fueran de otra manera, será la paradoja de Aquiles y la tortuga. Y como no hay mayor rebeldía contra el destino que asumirlo en toda su extensión, algo tenía que escribir a estos días tan barrocos, aunque por mucho que escriba, Aquiles nunca alcanzará a la tortuga. Las luces en las calles Anuncian una nueva Navidad Cargada de detalles Que abrirás con curiosidad. La gente compra, la gente vende, con lustroso papel moneda, a no ser que venga algún duende que robe regalos en la vereda. Matasuegras y decadente arbolito, un niño se escapó del Belén persiguiendo su juguete favorito, esperadme en otro andén. Villancicos y asesinos andan sueltos, Papa Noel me cae gordo, tus gustos aún continúan envueltos, sigue haciéndote el sordo. Dádivas cuelgan lacrimosas del estambre, Copas y platos rebosantes, que le den por culo al que pase hambre y traigan ya los entrantes. El fantasma

De ladrones y otras bestias.

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Demagogos, agiotistas, crápulas, estultos, hijos de puta, farsantes, lameculos, coprófagos, rastreros, embusteros, corruptos, depravados, mamarrachos, rufianes, malvados, feos, mafiosos, alimañas, sandios, infamantes, zopilotes, hipócritas, especuladores, réprobos, bellacos, gazmoños, malos. Así son todos los políticos, empresarios, ministros, secretarios, tesoreros, consejeros, sindicalistas, administradores, banqueros, condes, duques y demás regüeldos sociales que han robado dinero público, que se están enriqueciendo con el sudor de los pobres, que no devuelven todo lo que han chupado de la teta del estado. Desde aquí insto a todos los tristes jueces a que condenen a estos ladrones a ser humillados en una plaza pública para que los mortales podamos escupir en sus finos trajes. Aquí nadie tiene las manos limpias, nadie devuelve lo afanado, todos los días se me revuelve la comida al ver el telediario, aunque ya casi ni miro para la televisión puesto que veo las not

Derrota

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Nunca he ganado nada en mi vida, siempre me gustó perder, no es que no me guste ganar, por supuesto que me gusta, pero nada conduce tanto al fracaso como el éxito, y encuentro más versos en la derrota que en la victoria. La poesía nace del rencor, del fracaso, de la venganza, la poesía vive sumergida en esas personas a las que abandonó un desdichado amante, que tienen que volver a casa y dejar de esperar bajo la lluvia. La poesía está en los suspensos del niño más inteligente de la clase, no en los sobresalientes del más tonto, se acuesta en el olor de las sábanas de una puta, delira con esos borrachos que encuentran papeles en la mesa del bar, apaga su cigarro mientras espera en la cola del paro, roba y miente, es un me basta con saber que sigues viva, profana tumbas en cementerios llenos de cuervos. La poesía no habita en el efímero éxito del guaperas de la clase, ni en los profesores que le regalan los dieces, no está en la supuesta victoria del dinero, sino en la calderi

Blue moon.

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El rayo de luz cruza la sala oscura, transporta brillos indecisos, se desliza en la oscuridad, parte de una pequeña ventana donde habita una sombra desconocida, cuidadora del mágico haz. El rayito se expande antes de llegar a su destino y cuando llega explota en la blanca pantalla haciendo un arte maravilloso, iluminando caras perplejas, mostrando mundos e historias que sólo veremos en esta negra sala. Características letras blancas sobre fondo negro, jazz pasado de moda, sonrío, siempre una letra parecida, siempre una canción distinta y tan sólo eso me arranca la primera sonrisa de mi tarde de cine. Hoy Woody Allen nos lleva a la sórdida montaña rusa de los ricos, a la monótona e interesante vida de los pobres. La cámara se mueve entre el ir y venir del latido de San Francisco, calles atestadas de gente, taxis amarillos, diálogo vibrante. Al parecer Jasmine, pura Blanche DuBois de Tennessee Williams, está en la ruina y los bajos barrios donde vive su desdichada herm

Semana de tragos y desmanes.

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El lunes bebí una cerveza, quizá fueron dos, afilé mis cuchillos, tropecé en mentiras rotas, no pedí perdón por el fallo de amaros a vos aunque me cambiaras por todos esos idiotas. El martes libé una cerveza, no tomé más de tres, los cristales vibraron con música de Palosanto. Tras este trasiego veleidoso no creas lo que ves porque la vida se puede tornar color del espanto. El miércoles otra cerveza, quizá fueron cuatro, recordé con la roja y violenta Sólo dios perdona. Negras marionetas se burlan desde el anfiteatro del absurdo vodevil que busca la más buscona. El jueves te olvidé al pedir la quinta cerveza, encendí la luz para iluminar mi oscuro pasado. Cuando los periódicos no traen más que tristeza lo más atroz es que miremos hacia otro lado. El viernes amaneció con tragos y alegres brebajes, desempolvé mis amados libros de las estanterías, libros con los que viajé sin necesidad de equipajes a épocas donde el tabaco se vendía en droguerías. El sába

Casablanca la bella.

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La impuntual librería acaba de abrir, soy su primer cliente; sabía que serías el primero, dice el encargado mientras sube al mostrador una caja parcheada de etiquetas. El cúter rompe cartón y plástico, los nervios me delatan, las puertas del infierno se abren y de él sale brillante, aquilatado, el último libro de Fernando Vallejo. No necesito bolsa, lo huelo, huele a papel, a gris, a literatura. Lo toco, deslizo mis dedos entre sus páginas, admiro la tinta, los puntos, las comas. Una obra maestra en mis manos. De camino a casa leo sus primeras páginas entre empujones de personas que pasan a mi lado, pero ningún empujón borra mi sonrisa ni hace que levante la vista del libro, sólo un semáforo prohibido me obliga a subir los ojos de la letra impoluta. La gente pasa con prisa a mi alrededor, los coches llegan tarde a sus trabajos, nadie me ve, mi cuerpo camina entre ellos por las calles tempranas, mi mente vuela por una sintaxis lujosa, inabarcable. Ya en casa me acomodo, despejo

Valladolid. Amor inolvidable.

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Cuando mi ciudad besa con labios inciertos, cuando me pone cuernos con beocios poetas, ella siempre me espera con los bares abiertos, con el silencio detrás de ventanas indiscretas. Locura bien vestida, niñera desobediente, cuento estrellas opalinas desde tu buhardilla. Postal castellana de asfalto intransigente, vivir significa domingo de paseo por Zorrilla. Entre gin tonics me llevas por áulicos pasillos, secretos de antiguos reyes que vivieron en ti. Espero el desconcierto con frío en los bolsillos o paso por la blanca exposición Antoni Gaudí. De madrugada dejaré propina a la camarera, borraré mis huellas, no levantaré sospechas. Mañana estarás sola, con ruido, con dentera, las mejores amantes nunca están satisfechas. Maldigo al Dios que te parió tan lejos del mar, un amor timorato, amarillo imposible de olvidar.    Marcos H. Herrero.

Décimas de fiebre.

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El frío y la lluvia han llegado a la ciudad, todo se vuelve oscuro, las calles inundadas dejan paso a un tráfico de viernes, ensordecedor, maniqueo. Adoro estos días, mojarme mientras ascéticos bomberos achican agua en portales, charcos que salpican a los transeúntes, Sabi asustando carreras de gotas en el cristal, semáforos y televisiones en huelga por culpa de la tormenta, relámpagos. Los borrachos se atrincheran en el bar y llaman a sus mujeres para decirles que tardarán, que llueve mucho, y entre risas poco o nada importa el trueno que hace retumbar las paredes. Los radiadores bostezan y calientan la ropa húmeda de calle, quizá los pijamas abriguen y los abrazos reconforten más que en verano. Tal vez una lumbre se encienda en un pueblo perdido, tal vez las goteras nos hagan pensar. Os cuento esto porque la cerveza fría y el desenfreno de Afrodita por quitarme la ropa me provocaron el primer catarro del otoño, pasé dos días mirando lluvia en la ventana, con libro y manta, dis

Para Mr. Obama, con desamor

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Por un momento sus quimeras parecieron verdades, trajo promesas de cambio, de esperanza, otro color. Ahora quiere bombardear milenarias ciudades y que al amanecer Siria despierte con más dolor. Busca aliados europeos, armas químicas, motivos, cualquier excusa es buena para iniciar una guerra. Ni los buenos son tan buenos ni tan compasivos, ni los malos son tan malos ni tan hijos de perra. Putin negociando con Al Asad una rendición, dos zopilotes convirtiendo el mundo en drama, si esto sigue así que se termine ya la función, desde aquí le pido, no permita esto Mr. Obama. A Estados Unidos lo único que se la pone dura es volver escombros Homs y sus raíces románicas, destruir zocos y madrazas, museos y cultura, dar rienda suelta a sus muchas ideas vesánicas. Al paso que va el pueblo caeremos en algún cepo, hay otro Bush debajo de ese negro disfraz. El Otello de Shakespeare siempre estará en Alepo. Que le quiten a Obama el Nobel de la paz.    Marcos H.

¿Qué carajo está pasando?

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En Siria bombardean con armas químicas a la población, un rebelde desheredado muere en una calle de Damasco, el ejército de Egipto dispara contra la revolución. Agonizo en Sabra y Chatila, el mundo está que da asco. Última hora: un padre ha quemado a sus hijos, el tren descarriló sin saber el porqué, hambre, miedo, puñaladas, alijos, ¿por quién arrodillarse si ya no tenemos fe? Bloques de hormigón en el fondo del mar, el poder está corrupto, decrépito, podrido. Espurios banqueros que sólo buscan hipotecar a la clase media hasta su último latido. Comerciar con cultura de contrabando, ¿qué carajo está pasando? La farándula orgullosa de su hipocresía, no traten al niño como si fuera tonto. Ojalá que por las calles corriera poesía, el cambio vendrá más tarde que pronto. Los pobres piratean, los ricos compran caro, Florentino Pérez, otro cromo por cien millones, cada día es más larga la cola del paro. Pan y circo, no me toquen los cojones. ¿Dioses? miran a

Sabi, Sabina

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Eres bella con tus aires de reina del mundo, con tu sueño en la alegórica alfombra iraquí. Mi vida cambió en aquel empíreo segundo que levanté la vista del libro y te vi aquí. Amante curiosa de bigotes divertidos. Pose de diosa egipcíaca y ojos verdes, cuando el cielo crea darnos por vencidos juega conmigo al juego que nunca pierdes. Gracias por protestarme cuando te adoro, por tu cariñoso celo y tu pelo encrespado, por tu áspera lengua que acaricia cuando lloro al amanecer creyéndome derrotado. Por tus tres colores y tus ojos fisgones, por ser la musa de un poeta, mi diosa felina, por descifrar espíritus y ladrones que vienen a robar nuestra calma, Sabi, Sabina.        Marcos H. Herrero