No nos queda otra.

 


Todavía queda mucho para tocar fondo. 

¿Qué? Dice él entre sollozos.

 Hay personas que tienen malas cartas y en un alarde de optimismo imbécil quieren jugar con esas mismas cartas pensando que van a ganar. No arrojan las cartas a la mesa, ni siquiera pasan cuando es su turno, solamente juegan, juegan sin ocultar sus nervios y sus mohínes, dando largos tragos a su bebida cada vez que pueden. Es tu caso, es nuestro caso. Y los faroles al destino suelen acabar mal.

 Es un milagro que estés vivo. Has sobrevivido a cosas que otros nunca lo harían. Sobreviviste a tantas puñaladas, puñaladas de gente cercana que no viste venir. Aquél que debería haberte cuidado envenenó tu vaso, y aquella que tenía veneno en la sangre te cuidó lo mejor que pudo, que fue mucho, llevándote sano y salvo hasta el número 23.

 Creías que podías aguantar todo el fracaso de este mundo, pero en temas de derrota hasta tú tienes un límite. Ya no te ríes tanto cuando pierdes. Ya no enseñas tu boca ensangrentada al victorioso, es más, creo que sientes envidia por esa gente que se alza a los podios.

 Nunca jamás vas a poder construir una máquina del tiempo con esas tuercas que tienes encima de la mesa. Mira al futuro a la cara, no le tengas miedo, aunque ya te vaticino que no es mejor que este presente. Algún día recordarás estos días con nostalgia. 

Me da risa cuando me hablas de suerte y supersticiones. Crees que poniendo los platos de una determinada manera en el estante tu vida cambiará. Te equivocas. Pudiste cambiarla hace tiempo, huir del que te hacía daño, pero eres un cobarde. No sé cómo lo haces para estar siempre en los lugares equivocados.

 Al poco tiempo de huir de allí te diste cuenta que sangrabas por todas partes. Ya no había remedio. Tus malas decisiones te llevaron a un callejón sin salida. Esas heridas siguen llenándose de sangre cada dos por tres. Y son incurables. Las arrastrarás toda tu vida. Tus fracasos, tus caídas son por estas cicatrices mal curadas. Nadie te enseñó a ganar, ellos tenían cuchillos escondidos detrás del pantalón y cuando los abrazaste pasó lo peor.

 Ya estás haciendo cálculos para convencerte de que el año nuevo será mejor. Desde esta niebla mental te digo que no será así. Detrás de una caída hay otra y así sucesivamente. Pero, ¿sabes qué? Para que haya otra caída has de levantarte, y eso es lo que más admiro de ti. La vida ha vaciado su cargador en tu cuerpo y aún así te levantas. Con el cuerpo agujereado, sangrando por la boca, te agarras a lo único que te queda para ponerte en pie.

 Por tu bien y por el mío espero que vengan días mejores. Que sigas luchando y te levantes. Y te vuelvas a levantar. Que no te rindas. Es lo único que puedo decirte. Ahí afuera hay dragones y eso no va a cambiar. Seguirá habiendo huracanes y fracasos, te ruego que no cedas ante ellos.

 Límpiate esas lágrimas y sigue adelante. 

No nos queda otra.

   

   Marcos H. Herrero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al arte que me ha dado tanto.

Tormenta de mayo.

ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.