CUIDADO.




Hay un personaje en la temporada 1 de Fargo, Lou Solverson, un tipo que regenta una de esas cafeterías americanas donde la clientela come hamburguesas mientras sorben espesos batidos con pajita. 

Lou fue policía y camina arrastrando una pierna, posiblemente por una bala perdida o por la mala puntería de algún criminal. Nunca lo sabemos. 

Lou habla poco. 

En el pueblo en que habita están ocurriendo una serie de fenómenos extraños: crímenes horrendos y misteriosos. A la cafetería de Lou han llegado asesinos implacables de la mafia de Fargo. Lou los mira con esa mirada que lo ha visto todo mientras les sirve tarta recién hecha. 

Una tarde se abre con uno de estos mafiosos, el peor, Lorne Malvo, y le dice que hace mucho tuvo un caso en Sioux Falls, el más sangriento de su carrera. ¿Hubo cadáveres? Si los amontonaran llegarían a un segundo piso, responde el camarero sin soltar la jarra del café. 

Lou se pasa toda la serie diciendo “cuidado, yo tuve un caso parecido cuando era joven”. No dice mucho más. Aconseja a su hija, que también es policía, de que cuide a su familia. Por lo visto, ha tenido que pasar más de una noche en el porche de su casa con la escopeta cargada. A pesar de sus desvelos, Lou parece haber perdido cosas importantes en la vida, hay cosas que la muerte o la mala suerte esquivan con facilidad, una de ellas son los padres que hacen guardia en la puerta de su casas. 

Así que lo único que puede hacer ahora Lou es advertir a las personas que ama. Cada vez que aparece en pantalla, su vitriólica mirada inunda la escena con una lenta sabiduría que acepta en silencio la impetuosidad e ignorancia de los más jóvenes, para, más tarde, salir del plano arrastrando su cojera. 

Hasta que Lou tiene que volver a hacer guardia en la puerta, esta vez, de la casa de su hija. 


Lo único que el viejo Lou tiene claro es que en los mapas ya no puede leerse aquello de “Aquí hay dragones”.  


¿Por qué cuento esto? Pues porque estoy leyendo Meditaciones de cine, de Tarantino, y Tarantino cree que los personajes de las películas que ha visto son reales. No sé si se equivoca o no, pero para mí, ahora mismo no hay personaje más real que Lou solverson. ¿Por qué? Pues porque me estoy convirtiendo poco a poco en ese personaje al que le han dado de hostias y lo más valioso que puede decir es: “cuidado”. 

Un hombre cabizbajo, herido, misántropo. 

Un pepito grillo al que nadie le hace caso. 

El que sabe que hay malas cartas en la baraja y que te pueden tocar a ti. 

Alguien que habla solo y no alcanza a la suerte. 

Un marinero que atravesó un océano de tormentas en un barco sin timón. 

Little girl blue. 

Un tipo duro, bregado y lleno de heridas que a veces se llenan de sangre. 

Pero sobre todo, un padre dispuesto a guardar la puerta de su casa y defender lo que más quiere.


     Marcos H. Herrero

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