ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.


Escribir una primera novela cuesta. Es un proceso doloroso lleno de dudas y obstáculos, y como todo en la vida hay dos maneras de afrontarlo: una, la manera fácil, otra, la manera difícil. 

Los pasos a seguir de la primera son sencillos, sólo tienes que mirar a tu alrededor y preguntarte: ¿qué le gusta a la mayoría, qué consume el lector casual, qué novelas son las más vendidas? A partir de las respuestas, el siguiente paso es copiar la moda: un cadaver hallado en circunstancias grotescas, el secuestro de una niña pequeña, una detective fracasada que se empeña en resolver el caso de su vida, capítulos cortos para que el lector no se canse y pueda consultar su móvil de vez en cuando, secretos, misterios absurdos, tampoco hace falta seguir las leyes de Newton, y después de todo esto, aunque no hayas leído un libro en tu vida, tendrás éxito. 

Desde luego que escribir sobre Herman Menville es un terrible error, ahí está lo más visto en Netflix para corroborarlo. 

El segundo camino es más tortuoso, también hay que hacerse preguntas, pero son preguntas que no le interesan a nadie: ¿qué está pasando a mi alrededor, hay inmigración, pobreza, corrupción, suicidios, mala educación, veneno, carteles de peligro, dragones en los mapas? Para dar respuestas, el escritor primerizo leerá, leerá mucho, y a partir de sus lecturas se sentirá atraído a escribir algo que pueda revertir la sensación que dejan las malas decisiones, o al menos arrojar algo de luz, apartar la niebla, construir un escudo de mimbre para que alguien pueda defenderse de los silencios que forjan la falta de cultura. 
El libro que salga del primer camino entretendrá a la gente, el libro que salga del segundo camino intentará cambiar al lector, intentará hacerle pensar. Uno tendrá éxito, el otro no. 

En esas estaba mientras leía la novela de Pedro Aranda, El ruido que nos separa, un escritor con el que comparto editorial y algún gusto literario del que aún no hemos hablado. La novela mezcla ambos caminos; del empedrado destacaría la manera en la que trata al lector: huyendo de paternalismos, como si el destinatario fuera alguien inteligente y no un lelo al que hay que explicarle las normas del juego cada tres páginas. Está plagada de personajes y detalles que te obligan a estar atento, a no bajar la guardia. Más de una vez he tenido que volver sobre lo leído para buscar una fecha, un nombre, un gesto que se me había escapado y que lo cambiaba todo. 

Hay boxeo, asesinatos, fracaso, infidelidades y mucho Pulp Fiction, así que a mí me tiene. 
Matices y aromas del camino fácil haberlos haylos, pero, ¿a qué torero no le gusta agradar en su primera faena con público, o qué escritor pone a navegar una historia sin remo ni timón? ¿Para llegar a buena orilla ha de servirse de la cultura pop? Adelante. Además, tengo entendido que le han sido de gran utilidad las herramientas de flotación. 

Desde aquí todo mi apoyo al artista que no me tome por tonto. Desde aquí todo mi apoyo a Pedro Aranda, valoro el esfuerzo porque sé lo que cuesta escribir una primera novela. 
  




      Marcos H. Herrero.

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