PREOCUPACIONES PATERNALES.


Quisiera frenar con mi mano todas tus caídas, poner una almohada entre el suelo y tu cabeza, agarrarte justo antes de que el equilibrio despiste a las alas que tienes en los pies. Quisiera cuidarte del desamor y la desidia, del tiempo perdido y las malas decisiones, cebar mi escopeta con palabras escritas cuando el fracaso venga buscando los latidos de tu extenso corazón. Quisiera parar todos los huracanes, la lluvia que empapará tu pelo, el resfriado que vendrá después, los malos sueños de la fiebre. Quisiera darte mi sangre, mi anhelo, mi escasa poesía, si alguna vez la tuve, y hasta mis lágrimas para que entiendas lo insignificante que es el mar. Resguardarte tras mi escudo indeleble y que sobre su superficie choquen las espadas y las flechas enemigas, el amargo rencor, la envidia del cotilla. Matar al monstruo del armario, a la noche y su estúpida oscuridad. Sin embargo, por mucho que haga no podré hacer tanto. Qué es la vida sino una sucesión de caídas, de huracanes que un papá no puede frenar. Sólo soy capaz de escribir unas palabras, pero a pesar de mi acusada cobardía: estaré a tu lado bajo la tormenta prometiéndote que serás más fuerte cuando escampe.


         Marcos H. Herrero

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