EL VADEMÉCUM DE LO QUE PERDÍ.
Esta no es la embajada del reproche
ni el vademécum de lo que perdí.
Matar las tardes.
Soy las cosas que he perdido:/ Un techo sin lámparas./ Una pintura en la habitación./ Los libros que no puedo pagar./ Un hotel en París con escaleras de madera./ La bicicleta de mi niñez, nunca he ido más rápido, que me dejó cicatrices en las rodillas./ Una ventana que tiembla al son del viento invernal./ El camino que no seguí por seguirte a ti./ Una juventud descarada de coche rojo./ Una nostalgia, no tanto por la juventud sino por el coche rojo./ El sueño de ser un escritor sabelotodo rumbo a Nueva York./ Las palabras que escribí, los versos que te dediqué./ El humo de mi boca./ La irresponsabilidad de aquel adolescente herido que un día fui./ Una noche sólo para ti y para mí./ Los amigos que ahora no encuentro y antes siempre estaban./ La carretera que desemboca en el sur./ Aquella chica que estaba loca por mí./ El sabor de sus besos./ Las oportunidades que no tuve y creo que desaproveché./ La cama de mi infancia donde los sueños parecían alcanzables./ Un corazón inocente, cualquier pensamiento inocente./ Un tiempo desperdiciado en frivolidades estéticas y ontológicas cuando quise ser otro./ La libertad de las cosas sencillas./ Los arrestos de mi boca, siempre dispuesta a defraudarte./ Una guitarra y una canción./ El mar, el cielo y tantas cosas que callo por vergüenza, por naufragio.
Marcos H. Herrero.
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