ESE SOY YO.



      El tipo al que le faltan unas monedas para hacer funcionar la máquina de café. Al que le hacen vudú sin él saberlo. El que se olvida las llaves y no puede abrir la puerta. El del tropezón, o traspiés. El que cuando dice ojalá se convierte en nunca. El que cuando dice nunca es siempre. La mancha en la radiografía, la cara del doctor. Al que le roban la ropa mientras se baña desnudo en el lago y recorre el pueblo tapándose las vergüenzas con periódicos ante la risa floja de la chica que le gusta. El que pulsa el botón de su chaleco bomba sin resultado. El que está donde nadie lo espera. El que siempre se equivoca de dirección, de camino, de respuesta. Al que le da el balonazo. El que nunca lleva mechero. El que lava sus pantalones con el boleto premiado en el bolsillo. Las penas del joven Werther, el destino de la bala perdida, el dolor de espalda, la tormenta repentina. El que se esconde en el sitio más común. Pero sobre todo, el que nunca se rindió, el que siempre espolvorea sus desgracias con humor negro, con palabras inútiles tendidas en un blog que nadie lee. 

         Marcos H. Herrero.

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