LAS NIÑAS DE PAPÁ.




Las niñas de papá siempre tienen razón
y muchos seguidores en Instagram.
Tras sus pasos andan los tíos buenos,
las feas que buscan algo de belleza.

Sus madres han de contratar detectives privados
que les informen de esas noches caucásicas
que viven las niñas de papá, donde todo y nada
se parece a un boceto mal pintado de Picasso.

Las niñas de papá juegan con los rayos del sol
mientras caminan por la calle,
mientras hablan contigo y fingen
prestar atención a tus vanos intentos de seducción.

Muy firmes y seguras son las niñas de papá,
beben ginebra de la botella más alta del anaquel,
muchachas impúdicas y apasionadas
creyendo que la vida es un talón en blanco.

Las niñas de papá sólo visten desenfreno firmado,
altos tacones espaciales, logotipos de engaño y oropel.
Las niñas de papá agonizan en los escaparates
de las avenidas más pijas de París.

Las niñas de papá viajan por el mundo
en aviones baratos y peligrosos,
conociendo todo tipo de personas
que más pronto que tarde olvidarán.

Las niñas de papá no malgastan su tiempo
en crímenes de amoríos irresolubles,
bastante tienen con mover el pelo al son
de cualquier serenata derramada en la calzada.

Atrevidamente hermosas, hermosamente ingenuas,
dueñas del tropiezo del marido,
fundadoras de los piropos del levantador de pesas.
Las niñas de papá con ojos glaucos
siempre salen bien en las fotos.

Si te cruzas con una niña de papá
mira para otro lado, huye si estás a tiempo
o acabarás envenenado de amor, de cosmogonía.

       Marcos H. Herrero.

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