Si tú no fueras tan yo III y III.




Bruce Lee, Alejandro Magno, Evita, Jesucristo, murieron a los 33. No es mala cifra para dejar este mundo, pero eso ya lo sabes, incluso sé que este año tu adorada muerte rondará más que nunca por esa duermevela que arrastras en los ojos. Lástima que seas tan cobarde. A diferencia de ti, a esos personajes siempre los recordarán, pasen los años que pasen, sin embargo tú, apenas dejarás un recuerdo escondido en alguna plaza de alguna ciudad artificiosa y lejana, dos generaciones más y ¡pum! Nadie en la tierra o en lo que quede de ella sabrá que pasaste por aquí, con todo lo especial que te crees ahora. Y eso es lo que más te jode ¿verdad? Que se apaguen las luces, que no haya nada al otro lado, que tus huellas se desvanezcan con la primera ola. Te aterroriza. Aún así, sigues sin hacer gran cosa, es más, ya ni siquiera luchas, ya ni siquiera alzas la voz. Tienes una hoja en blanco, un libro inacabado, una puerta de salida, y no haces nada, pasas los días entre rutina y presión, entre obediencia e indigestión. Esto se está volviendo tan paradójico, tan estúpido, que mi único consejo es que seas comedido en tu fin, no manches de sangre los papeles. Sí, sí, piensa por un momento en los beneficios; descanso, olvido, indiferencia, además, las lápidas capicúa dan buena suerte, aunque supongo que al muerto no demasiado. Suena pesimista, incluso trágico, pero ¿qué coño quieres que te diga? Venga, contesta, o te vas a quedar ahí parado como siempre sin decir nada. 

Lo intenté ¿Sabes? Hice lo que pude, me esforcé por hacerlo mejor y cuanto más me esforzaba peor lo hacía. Tengo una mala suerte demencial, y la vida, no me negarás ahora que fue cabrona, le duelen las manos a la muy puta de apretar mi cuello. Sí, estoy hundido, soy insignificante, pero cualquier persona en mi pellejo colgaría del cuello en una minúscula habitación, o apoyaría el cañón de una pistola oxidada en su sien. Yo no, me oyes, yo sigo aquí, respiro, salgo a la calle, caigo, a veces me levanto rápido y a veces permanezco en el suelo mucho tiempo, y aunque me gustaría tragar veneno aún subo al ring para regar la lona con mi sangre. Somos los fracasados, huérfanos de oportunidades, vecinos del olvido, perdedores, sabor amargo en la boca. 


Saltó el que se cree poeta, vete a tomar por culo con tu retórica. Por cierto, me gustó aquel día del discurso, cuando hiciste el ridículo, toda la gente sorprendida diciéndote: “No sabía que eras poeta”, y tú poniendo esa cara de gilipollas, por dios, casi me muero de la risa. En fin. 
Siempre estás quejándote, que si la vida, que si no sé qué, que si no sé cuál, con esos lamentos ubicuos no conseguirás un carajo. Crees que poniendo excusas justificas que tires tu vida cada día a la basura. Escribes esta mierda porque añoras las medallas y las felicitaciones. Quisiste acariciar el éxito y ahora es tarde, sólo quedan suspiros y un blog que no lee nadie. Estás hecho de decisiones erróneas. Apático, mentiroso, ladrón, embaucador, preocupado, silencioso cuando tienes que gritar, gritón cuando debes callar, el camino incorrecto, arderías por un segundo de libertad. Tú ya no eres tan yo, hay galaxias que nos separan. Todo lo que odias, eso es lo único que eres. Todo lo que odias. 

Te contestaría pero no me quedan fuerzas ni argumentos, estoy vencido. Después de hablar contigo tantos años he de darte la razón. No te escuché cuando quitaba con la mano el vaho del espejo y aparecías diciéndome lo que yo creía insensateces. Ya no soy tú, es verdad, con los años me transformé en los demás, ese hombre callado que a todo dice que sí, diría Bartleby pero ni eso. Sé que vivo obsesionado y que es demasiado tarde para un salto mortal. No aparecerás más en el azogue, esto se ha acabado. El trueno de un disparo romperá la fantasmagórica noche. Me quedaré aquí con la cara rota viendo cómo caen los edificios, sueños que una vez quise cumplir. Ella me cogerá de la mano, yo intentaré calmarla con una frase consecuente y tierna, para que siga a mi lado. Entre fotograma y fotograma verás el miembro viril de un desconocido y te sentirás mejor. La palabra fin aparecerá en la pantalla. 

   Marcos H. Herrero.

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