Los versos del pesimista.



La desesperanza cuando comienza el día,
la falta de sueños y las faltas de ortografía.

El Mercedes rimbombante del empresario
que rompe el curriculum de otro becario.

El liberal que mata a su novia por celos,
el nieto que no visita a sus abuelos.

La justicia, marioneta de la mano pudiente,
el político que roba, que mata, que miente.

La hipoteca, el atasco, la tormenta,
una partida de mus con baraja grasienta.

Sálvame y su estratosférica cuota de pantalla,
la cultura valiendo lo que vale la quincalla.

El matarife frente a un animal que cocea,
la prisa y el olvido devorando a Dulcinea.

El tropiezo en la acera, el mensaje de tu ex,
tu equipo que no gana, las modas de Inditex.

La vecina de arriba y sus tacones,
las máscaras que no inician revoluciones. 

El déspota, el egoísta, el mercenario,
otro número tachado en el calendario.

Las tetas operadas en portada de revista,
la soga trenzada de este sistema capitalista.

Alguien tira hermosos versos a la basura,
alguien cree que escribe buena literatura.

El inteligente trabajando para el analfabeto,
predicado, verbo y dinero antes que el sujeto.

La bandera de España comprada en los chinos,
los parias que ya no confundimos gigantes con molinos.

Marcos H. Herrero.

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