Generación Z.




Hace dos meses entré a darle de beber a mi sed en un bar regentado por un conocido. Estaba casi vacío y después de los saludos de rigor y de la dispensación de mi bebida entablé plática con el dueño. Tardó poco mi interlocutor en quejarse sobre la situación laboral del país. Mira cómo estamos, la gente ya no sale de casa, y un bar sin terraza no puede subsistir, antaño sí que se ganaba dinero, no como ahora. Esa reminiscencia pasada por la que lloran la mayoría de los empresarios a mí como que se me hace bola, no la aguanto, vaya. 

Pues yo pertenezco a una generación que no ha vivido esos maravillosos años por los que tú sollozas, y estoy harto de los empresarios cincuentones que no hacen más que recordarnos lo mucho que ganaban hace 20 años. Nosotros salimos al mercado laboral y en nuestro primer día de trabajo nos dijeron, "Vas a trabajar muchas horas y a ganar una mierda porque la vida está muy mal, pero oye, no veas hace 10 años, se ganaba dinero a espuertas." Para una plaza de bedel u ordenanza se presentan miles de personas, los que han acabado una carrera, los trabajadores, los leídos, los que sólo tienen el graduado, los enchufados, todos, la competencia es abismal. Hace años vi en este bar a falsos constructores que sin haber leído un libro en su vida comían en los mejores restaurantes, bebían agua de un glaciar de Noruega y se ponían piripis con los licores de las estanterías de arriba. Hoy esos coprófagos que nos vendían casas endebles un 500% más caras de lo que en verdad costaban, comen en Cáritas y beben agua del grifo. El problema es que son muchos los que ahora no pueden pagar la hipoteca de la casa endeble. 

Al principio estaba hasta mal visto ser mileurista, ahora el que gana mil euros en esta ciudad con un canto en los dientes se tiene que dar. Y aún así no nos quejamos, somos la generación perdida, la generación Wifi, la generación Low Cost, somos la generación Z, zombies perdidos en las redes sociales, en las nuevas comunicaciones, porque descubrimos que nuestros teléfonos tienen cámaras y desde ahí nos exponemos al mundo exhibiendo nuestra mediocridad; cantamos, bailamos, hacemos fotos a la comida, seguimos modas absurdas y fatales que dañan la vista, cuando no entendemos algo o la presión nos acorrala inventamos frases como "Me bajo de la vida", y con eso y algún que otro meme sobre las estupideces del día a día vamos tirando, si salimos de viaje tenemos que subir fotos cada 20 minutos para que la gente se entere de donde estamos, incluso algunos, como yo, se atreven a escribir (verás como esta perorata Fight Club acaba en mi blog), todo ello falto de talento, buscando fama y aumentar la cuenta de me gusta, preocupados por dar una falsa imagen de belleza y felicidad en todo momento. 

El dinero que cuesta una casa hace imposible la compra, los bancos no nos fían y vivimos con el miedo a que el jefe nos despida, por eso el mundo no conoce nuestra voz, menos aún nuestro grito. Nos ha explotado en la cara la mierda de una clase política cuya corrupción vosotros no supisteis parar en los "años del cemento". Porque pensáis que cuando fuisteis jóvenes y hermosos la política estaba mal pero ahora está peor, la pluralidad política tan cacareada ha sacado todavía más odio a la gente, tenemos un presidente analfabeto y pueril que se pasa la cultura por el forro, la tercera parte de su partido está imputada en casos de corrupción, la clase social media está desapareciendo, ya no hay grúas en el paisaje, Cataluña se quiere ir lejos, los sindicalistas nos roban, los de izquierdas nos roban, los de derechas nos roban, y fuera de este país ni te cuento, Trump dirige Estados Unidos, Rusia es de Putin, Siria llora, Irak llora, África llora, Inglaterra se va de la Unión Europea, totalitarismo en Turquía, Egipto, Corea del Norte. Y lidiamos con esto, todos, usted y yo, cualquiera que abra el periódico o vea las noticias, pero entienda que para un treintañero que busca trabajo se hace más difícil. ¡Cuántos se tuvieron que largar de este país!

¿Pensabais que los buenos tiempos no se iban a acabar, que un encofrador seguiría cobrando 4000 euros al mes, que el dueño de un bar chiquito podría tener una casa de tres plantas y dos coches, que la especulación es eterna, que el director del banco saldría de su despacho para aumentar vuestro crédito con una sonrisa, que la recesión no llamaría a nuestra puerta? Pues eso es lo que está sufriendo mi generación, el encofrador espera en la cola del paro, el dueño del bar cuelga un cartel de Se traspasa, el director del banco nos niega el saludo, y nos han recordado tanto la palabra recesión que ha dejado de tener sentido. 

No se confunda lo que digo con la queja permanente del misántropo. Quizá de todo lo que hable el bocazas saquemos algo que merezca la pena. 

Cóbrame, llego tarde. 

Pues son 8 euros. 

¿8 pavos por una copa? Estás loco. 


         Marcos H. Herrero. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al arte que me ha dado tanto.

Tormenta de mayo.

ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.