Todo lo demás no me interesa.



Algunas cicatrices ya olvidadas,
un pantalón con el bolsillo descosido,
el rojo que dejan las bofetadas,
mis gatas y su electrizante maullido. 

La lágrima irresoluble con garabatos,
ciertas palabras que alegran mis tardes,
escritas por dipsómanos y literatos
que nos llenan de valentía a los cobardes. 

Una historia que me ponga a escribir
el lento engaño de cualquier promesa,
mostrar mi pañuelo blanco al porvenir. 
Todo lo demás no me interesa.  

Los claroscuros y sus daños a terceros,
ciertos bares, ciertos callejones sin salida,
algunos trazos de graffiti en los cajeros
de los bancos más opulentos de la avenida. 

Tu sonrisa cómplice, tu bella inocencia,
proteger el sueño que duermes a mi lado,
este cenicero rebosante de decadencia,
la ventana cuando viste un cielo nublado. 

Los barrios suburbiales y su mestizaje,
el vuelo acunado de una pavesa
que abrasará bosque en su aterrizaje. 
Todo lo demás no me interesa. 

La lluvia sembrando polen de primavera,
el ardor que deja el aguardiente,
saltar entre las llamas de una hoguera
que anuncia un verano diferente. 

El silencio después del atropello,
cuando el tapacubos deja de rodar,
las ofertas que tiene mi camello
para hacer más llevadero este muladar. 

Los susurros, el caminar de puntillas
porque mi letra aún no está impresa,
convertir en poema las pesadillas. 
Todo lo demás no me interesa.

      Marcos H. Herrero. 

Comentarios

  1. Quizá sea eso envejecer. No la vejez, sino el recuento de lo que merece la pena conservar en nuestras alforjas.
    Como siempre, me ha gustado mucho y la imagen no podía ser mejor.
    Otro abrazo y buen finde, Marcos.

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    Respuestas
    1. Posiblemente sea uno de los poemas que más me identifica. Cada vez necesito menos cosas para vivir, disfruto de esos pequeños detalles que hace unos años pasaban desapercibidos ante mí. Uno se hace mayor jajajaja. Abrazo fuerte.

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