Tormenta de mayo.
La lluvia de esta tormenta de mayo
apaga simulacros y cigarros,
desbarata la tenue ropa tendida,
refresca a los muchachos que desafiantes
beben ginebra en las terrazas de los bares de moda.
La lluvia de esta tormenta de mayo
golpea en los escaparates del centro;
cristales lagrimados que devuelven
las difusas siluetas de gente sujetando
paraguas, recuerdos, bagatelas.
Sacudiéndonos la astenia primaveral
se ríe de tempranas comuniones,
de fiestas en pueblos perdidos;
que tiemble la laca de los peinados
a la salida de las peluquerías.
La lluvia de esta tormenta de mayo
con sus gotas corriendo por mi ventana,
convierte en barro las calles ayer soleadas,
y tú vuelves a casa con las botas sucias,
para buscar un abrazo en el zaguán,
para decirme que otra vez quemé la cena.
Porque esta tormenta repentina
que obliga a esconderse en huecos impermeables
a gatos callejeros ya mojados,
y trae truenos lejanos y ningún relámpago al papel,
jamás apagará la pasión de los amantes.
Saldré a la calle mientras llueva,
quiero sentir la libertad
de un aguacero extemporáneo,
resbalar en la acera, encontrarte en el reflejo
de los charcos que va dejando
esta tormenta de primavera.
Marcos H. Herrero.
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