Décimas para preguntas más o menos capciosas.



¿Qué escribir si ya no me lees?

Poco importa quien lea estas palabras,
si se ahogan o si llegan sanas a la otra orilla,
es seguro que unos ojos se consolarán con ellas. 
Todos los versos tienen destinatario concreto,
perfumes nocturnos que nos sedujeron
en los asientos de atrás de un coche,
una mala compañía con la piel formada 
por amaneceres y sabanas mojadas. 
No dejes de escribir. De fracasar. Y por cierto:
¿Tan seguro estás de que ella no te lee?

¿Para qué seguir adelante
si no veo la belleza que me rodea?

Levántate, mira por la ventana,
en la calle hay un cuadro de Van Gogh
y un perro que necesita tu ayuda.
Olor a tierra mojada, a libro viejo,
versos satíricos debajo de la falda
de esa desconocida que mira y sonríe. 
Aunque el sol derrita la cera de las alas
y vivas en un confinamiento mal elegido,
la libertad timonea un barco malherido
que navega entre el cuchillo y tus venas. 

¿Por qué no ser otra persona?

La vez que quisiste convertirte 
en bandido tatuado y melancólico,
no te fue tan bien, ¿recuerdas?
El viento soplaba inclemente y la policía
puso un alto precio a tu cabeza. 
O aquella otra que, arrastrado por el suelo,
dijiste que morirías si ella no te besaba. 
Y sin embargo aquí estás, deslustrado y amargo,
comprendiendo que las mejores caricias
son aquellas que nunca rozaron tu piel. 

¿Cuándo saldré de esta estúpida mediocridad?

A menudo los callejones sin salida son
como esos trenes viejos y ruidosos;
la gente los desprecia pero un beso
sabe mejor en su lento traqueteo. 
- Romanticismo de poeta que escribe
décimas confusas como respuesta -
El sístole y el diástole de la poesía 
son sentimientos en vagones de tercera. 
Los poetas que juegan con mediocridad
valen más que los premiados con falsos aplausos. 

¿Por qué, diosa Fortuna, no te pasas un día por mi casa?

Ahora la suerte es tener trabajo y coche,
jardín trasero, amor mundano, jefe odioso. 
El boleto premiado sueña con los sueños
del que madruga para poder seguir soñando. 
Cualquier moneda que lances al aire
mostrará obsecuente su cruz, su infortunio. 
Puedo elegirte para que te caiga un rayo
pero no haré que los dados muestren
el número al que apostaste tu escaso efectivo. 
Busca otro tipo de ventura, menos sutil,
y entraré en tu cama, silenciosa, de madrugada.


          Marcos H. Herrero. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al arte que me ha dado tanto.

ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.

Un camino diferente.