Poetas. Bruselas. Libertad.



Paul Verlaine dispara contra su amante Arthur Rimbaud hiriéndole en una mano. 

Ocurrió en el verano de 1873, en Bruselas, y hasta ayer ese era el único terrorismo que conocía la ciudad; un poeta maldito y desesperado dañando a otro poeta más maldito y desesperado. ¿El motivo? La locura de un amor tortuoso, alcoholizado, delirante. Las consecuencias del disparo fueron devastadoras, geniales; aunque Rimbaud retiró la denuncia, Verlaine fue condenado a dos años de cárcel y su joven amante huyó a una granja familiar en Charleville, allí versó los desmanes del amor vivido, que dio por resultado Una temporada en el infierno, único libro publicado por Rimbaud en persona, de cuyas 100 copias, repartió 6 entre sus amigos y las demás las abandonó en la editorial. Fueron descubiertas mucho después de su muerte. Los poetas apenas se volvieron a ver, Verlaine cumplió su condena y abrazó inseguro el catolicismo, Rimbaud viajó por Europa escapando de una vida tormentosa, del mareo que produce el hachís y las pasiones no correspondidas. He puesto una foto de los dos sacada del cuadro Un rincón de la mesa, el de la izquierda es Verlaine, de frente despejada, viejo, borracho, barbudo. A su lado Rimbaud, de 17 años, guapo, soñador, vertiginoso. ¡Cuántas veces Cupido confundió dianas!



Hoy lloramos otro tipo de terrorismo, sangre inocente corre por las calles donde hace 143 años los poetas se disparaban sin querer. El motivo es absurdo e infructuoso; llenar de miedo los corazones de gente civilizada, destruir nuestra libertad, poner patas arriba los valores de una sociedad única e irrompible. ¿Las consecuencias? Aún es pronto para escribir sobre secuelas, ¿aumento del odio, más votos a partidos extremistas, bombardeos? Tal vez, lo que sí es cierto es que nadie va a cambiar nuestra forma de vida, no volveremos a las tinieblas de la Edad Media, seguiremos luchando, queda mucho por hacer, y para muestra un poema cargado con pólvora fogueada, dispárenlo contra quien más amen. 

Saldremos a la calle sin miedo,
orgullosos, con miradas altas, 
luchando por nuestros derechos,
por los de los animales,
escribiendo versos al viento
que sopla desde el sur,
a la mañana, siempre soleada. 
Seguiremos emborrachándonos,
fumando e incordiando,
con mucho que decir, con poco que temer. 

Aunque el aire se torne humo
y las explosiones nos aturdan. 

Caminaremos sonrientes, burlones,
fijándonos en esa chica guapa que pasa. 
Nos reiremos de nosotros mismos
contando historias pasadas en voz alta. 
Follar seguirá siendo un ejercicio de amor
para practicar con las ventanas abiertas. 
Pondremos todo el empeño en curar
las heridas del emigrante, la ceguera del político. 
Un futuro nos espera, lleno de vida,
lleno de poesía recitada en libertad. 

Brindando por aquellos que ya no están,
con tolerancia hacia el mundo musulmán. 

    Marcos H. Herrero. 

Comentarios

  1. Me has vuelto a ilustrar con tu cultura. Muchas gracias.
    Con respecto a la segunda parte, pienso exactamente como tú. Nuestra alegría ha de lamer los cimientos del dolor, minar el terreno del horror hasta un día hacerlo caer.
    Vivir con miedo sería el atentado mayor que se pudiera cometer contra la vida y nuestros valores.
    Otro abrazo, Marcos.

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    Respuestas
    1. Quise unir la poesía con todo lo que está pasando en Bruselas, y ya no en Bruselas, sino en en el mundo; Irak, Palmira... Que es realmente horrible. No deberíamos temer a semejantes energúmenos de mentes medioevales, nuestra libertad, nuestros valores jamás serán destruidos, aunque las consecuencias están siendo demasiado previsibles. Al menos esta vez casi nadie se ha solapado la foto de su perfil con la bandera de Bruselas, ni con la de Irak, quizás estén siendo pocos los muertos, en fin, espero que algún verso nos haga pensar. Como siempre, muchas gracias Karima. Un abrazo.

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