Si tú no fueras tan yo. XXX.


- Vuelve a pulsar la alarma, quizás alguien se entere que estamos aquí y pueda ayudarnos. 

- ¿No has oído a la señora? Ahora vendrá un técnico a sacarnos de aquí. 

- Pero tardará como mínimo una hora. Saca el teléfono y llama a emergencias. 

- No tengo cobertura, tranquilízate. 

- Soy bastante claustrofóbico. 

- Qué vas a ser si vives dentro de un espejo. Cínico es lo que eres. 

- ¡Ya estamos! Venga sácate un cigarrito al menos, que el humo relaja. 

- No tengo fuego. 

- Yo sí. Tú pones el tabaco y yo la llama. 

- Eres un gorrón, no sé ni para qué te hago caso. 

- Ya es mala suerte un día como hoy y quedarte atrapado conmigo en un ascensor eh. 

- Pues sí, eres la última persona con la que me gustaría estar encerrado en un sitio como este. 

- Ahora me dirás que te caigo mal. 

- A veces sí, tienes mucho de rarito, cosas que ni yo entiendo. Llevo todo el día evitando mirar espejos por miedo a que aparecieras detrás del azogue, y te presentas ahora, colgados a seis pisos del suelo. 

- Pues aquí estoy, como cada año, no te vas a librar de mí tan fácilmente. 

- ¿Fácilmente? Tú existes porque eres muy yo, te saco a platicar por febrero y nuestra conversación la cuelgo en el blog para hacer balance, agradece tu vida a la gente que lee Relámpagos, sino no vivirías. 

- Si para vivir he de hablar contigo, hablemos. 

- ¿De qué quieres hablar?

- Por esta parte de ti mismo me comentaron que este año has perdido mucho.  

- 2015 fue el año que más gente perdí. Personas innecesarias, malandrinas, de cuyos nombres no es que no me quiera acordar, sino que ya, por mucho que me esfuerce, ni recuerdo. Aparte de personas también perdí lo de siempre, oportunidades, versos, libros, tiempo. 

- Tú siempre perdiendo, ¿no te cansas acaso?

- No. ¿Y tú? 

- La derrota es necesaria supongo.

- Supones bien, el éxito es saber levantarse después de la caída. Además, casi siempre perder, aunque no nos demos cuenta, significa ganar. 

- Entonces en qué quedamos. ¿Has perdido o has ganado?

- Ambas. Se fueron personas y con su despedida trajeron a otras. Perdí esperanza, recuperé ilusiones. Dejé atrás obstáculos, vi más cerca una de mis metas. Se fueron amores y vinieron otros que me tienen enamorado. Siempre se gana. Siempre se pierde. 

- ¿Enamorado? Ya te veía yo la cara un poquito más gilipollas que de costumbre. 

- ¿Qué dices? Si ya me conoces, siempre estoy enamorado. De una ciudad, de un libro, de los besos que ella me da y no merezco. 

- Por supuesto que no mereces. Aguantarte debe ser un suplicio, con esa frivolidad tan tuya. 

- Pues como no lo sepas tú.

- Digamos que hay días que me cuesta levantarme a tu lado. 

- A mí también, pero no me negarás que en lo que va de año nos levantamos izando sonrisas e ilusiones. 

- Eso siempre ocurre lejos de casa. Tanto a ti como a mí nos gustan las habitaciones de hotel, las ciudades y las camas extrañas. 

- Es estupendo abrir la ventana y ver la silueta de una ciudad que no te pertenece pidiendo a gritos que descubras sus secretos, sus calles, su gente. 

- Y luego está tu casa, la rutina y todo eso. 

- Igual de necesario que la derrota. Volver a casa es el mayor acto de introspección que puede hacer una persona. Las camas ajenas están bien, pero como la de uno...

- Exacto. ¿Cómo llevas el día de hoy?

- Afuera llueve, eso es buena señal, por lo demás como siempre, exceptuando esta avería. Me escribe gente que no conozco, la misma historia de todos los años, ¡cuánto paroxismo innecesario!

- Podíamos matar a alguien, extinguir la vida de uno de esos falsetes. 

- Es mejor olvidar que matar, te manchas menos las manos, además, no todo es mentirijilla, las personas importantes siempre están y eso se agradece mucho. 

- Bueno, si alguna vez quieres matar a alguien cuenta conmigo, en este espejo tengo cuchillos, cuerdas e ideas para cometer el crimen perfecto. 

- Declino tu oferta, mis ganas de matar normalmente se pasan con una cerveza. 

- Tú y la cerveza, te dejo aquí mi tarjeta de asesino, por si acaso algún día te apetece...

- Has visto muchas películas, lo siento. 

- En fin, que me gusta el número 30. 

- A mí no, sobre todo si corre por mis venas. 

- Conociéndote seguro que has pillado una depresión a cuenta del numerito. 

- Son demasiadas velas en la tarta, velas que hablan de canas, de tiempo, de fin. Aunque sería peor no poder soplar más fuegos. 

- Por ejemplo si se cayera este ascensor. ¿Qué pasaría?

- Que los dos moriríamos, estamos abocados a morir el mismo día y a la misma hora. Se apagarían las luces, unas cuantas lágrimas y la próxima generación no nos recordaría. Nuestra existencia vale para poco. 

- ¿Por eso escribes, para ser recordado? 

- Sí, pero para ser recordado ahora, por las personas que me conocen o me conocieron alguna vez, no por generaciones futuras, vete tú a saber qué será de este mundo dentro de 100 años. No hay certeza de supervivencia a largo plazo, ¿has visto las granjas de pollos, los animales, el hambre de las personas, las migraciones?

- Poco esperanzador.

- Y mientras eso ocurre, las personas del primer mundo, llamémoslo así, vivimos con la vista fija en teléfonos móviles y redes sociales, comprando cosas que no necesitamos, trabajando en empleos que odiamos, respirando humo tóxico, comiendo carne procesada de animales maltratados y contaminando un planeta que está harto de nosotros. 

- Ya salió el Marcos que más me gusta, sé donde tocar. La verdad es que tienes razón, la gente se preocupa más de la última vez que se conectó el vecino que de las cosas realmente importantes. 

- Soy de mecha rápida, es que me ponen enfermo las situaciones que vivimos a diario, los selfies, escotados, de gimnasio o impúberes, la arrogancia, el postureo, esa falta de delicadeza de la mujer y hacia la mujer, ¡carajo, si hasta los analfabetos están orgullosos de no saber leer! 

- Normal que te pongas así, cuesta creer que a estas alturas exista gente que no lea, que no vaya al teatrito, que no escuche buena música. ¿Ves como deberíamos matar a alguien?

- Tampoco es culpa de ellos, esta sociedad se rige por modas, físicas y psicológicas, y si no las sigues no eres bien visto. Hay que escuchar la música que pincha un DJ a las 3 de la mañana en una discoteca, vestir de Bershka, tener barba y un moñete en la cabeza...

- Todo está bastante estereotipado, padres y profesores no enseñan a los niños a pensar por ellos mismos. Demasiadas inseguridades por ambas partes. 

- Hay niños que incluso antes de nacer están abocados al fracaso. Por mucho que remen jamás lograrán llegar a la orilla; familias rotas, falta de dinero, oportunidades, motivación. Ante esas situaciones lo más fácil es dejarse llevar por la corriente, remar cuesta demasiado, y con remar me refiero a estar objetivamente informado, a leer cada día, ir al cine, al teatro. 

- Lo más jodido de todo es la gente que tiene oportunidades y no las aprovecha, los que tienen colchón, comida, familia, dinero y aún así tiran todo por la ventana engañando a unos padres demasiado condescendientes. 

- ¡Ay si tuvieran esas coyunturas algunos niños del extrarradio! No me canso de escribir sobre ello en el blog, me toca mucho los cojones el menosprecio que se le hace a la cultura. 

- Sé que a ti te costó mucho remar a contracorriente, pero al menos llegaste a una islita donde tienes literatura y de vez en cuando suena alguna buena sinfonía. 

- Los de esas islas somos los eternos infelices. Inconformistas detrás de un arte demasiado inaccesible. Vulgares se podría decir, aunque no hay que olvidar que el puente de la revolución fueron los mediocres, pero lo que sí es cierto es que hoy en día la felicidad está en el desapego hacia la cultura. 

- Nunca te rendirás. Para guerreros como nosotros la facilidad no es un campo de batalla. 

- Tan sólo me queda la gracia argentina de escribir sobre nubes sucias. 

- ¿Oyes eso? Creo que ya está aquí el técnico del ascensor. 

- Buenas tardes señores, no se preocupen, les abro en un periquete, a ver... Ya está, pueden salir. Joder. Juraría que he oído varias voces en la cabina. 

- Pues ya ve, estoy yo solo, será la claustrofobia, o los nervios, o ese espejo lleno de niebla. Perdón por la ceniza del suelo. Buenas tardes. 

       Marcos H. Herrero. 


Comentarios

  1. ¡Buenísimo, maestro! Me has hecho reír y me has hecho pensar.
    Tú y tu alter ego. Una pareja que atraviesa, simultáneamente y de la mano, todas las vicisitudes, en la que el adversario es a veces el otro y a veces uno mismo, pero siempre sabiendo quién es el otro, con un discurso franco, sin trampas ni cartón, ni disfraces que hacen que uno se encuentre de pronto con un desconocido que no enseña su verdadera cara.
    Y una batalla reanudada cada día, codo con codo, a veces con victorias, otras con derrotas, pero sin treguas.
    Me ha gustado mucho, Marcos. Felicidades de nuevo por esos prometedores 30 años.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Cada vez aprendo más platicando con el espejo, habla sobre lo que otros callan. Me alegra mucho tenerte de vuelta a esta tu casa. Un abrazo Karima.

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