Greta.




Recuerdo el día que, abandonada,
te encontré en un sinsentido. 
Sola e indefensa, pequeña gatada,
no pude resistirme a tu maullido

Pronto te coroné princesa de mi hogar,
armadanzas saltando por estanterías,
primera de la clase en demostrar 
que hay mucho de felino en las poesías. 

Da igual que seas una diosa
y la reina de todos los carnavales,
cuando peques de avariciosa,
Sabi te enseñará modales. 

Con desmesurada cautela 
arañas el sofá o mi corazón,
haces confeti una mala novela
o me libras de otra depresión. 

Esfinge que mira el atardecer,
gata de bañera, sombra chinesca. 
En Venecia, un mercader, 
moriría por tu magia Versallesca. 

Un parque de atracciones
es una caja de zapatos,
En el pasillo los ratones
son juguetes turulatos. 

Guardas tesoros bajo el sofá,
cazas fantasmas asustadizos. 
Sé que el mal sueño no vendrá 
porque me cuidas con hechizos. 

Por tu pelaje bruñido y tricolor,
por tus ojos, relámpagos verdes,
por la mano de este escritor 
que tiernamente muerdes. 

Por ser la musa que susurra en mi hombro,
por ese ronroneo que adormila,
yo, entre todos mis amores, te nombro:
Greta Garbo, la más bella sibila. 


Por culpa de internet y de eso que llaman "Meme", que parece regir las vidas de la gente, ahora se cree que los gatos son de solteros e inadaptados sociales, pues no, oiga, los gatos son mucho más que eso. Ya en el antiguo Egipto los veneraban, vayan al Louvre, verán estatuas de este hermoso animal hechas 2000 años antes de Cristo. Siempre fue sagrado para cualquier civilización inteligente. Aparecen hasta en el Libro de los Muertos. Si moría un gato de una familia egipcia, el dueño se afeitaba las cejas en señal de duelo. Y normal, los gatos han protegido al ser humano desde el principio de los tiempos. Solían vivir en las paneras, donde cuidaban el trigo de ratas y ratones. Una vez "domesticado", (lo pongo entre comillas porque el gato jamás ha sido domesticado como tal, sino que guarda un acuerdo tácito con el ser humano) mantenía lejos de casa a serpientes. Imagino al primer ser humano en acariciar a un gato, ¿sería un asirio, un egipcio? Yo digo que fue una mujer. Quedaría prendada de su delicadeza, sintiendo en ella un instinto cazador, de su curativo ronroneo, de sus pupilas, a veces grietas abismales, a veces lunas negras; siempre insondables. 
¿Saben por qué la peste bubónica? Por la falta de gatos. En la edad media los quemaban, bueno quemaban todo lo que fuera aprendizaje: libros, cuadros... Puta iglesia. En fin, que los gatos hubieran cazado a las ratas, uno de los transportes de enfermedades, y la peste no habría acabado con más de la mitad de la población de Europa, allá por 1346. 
Con respecto al tema que más me toca, ¿qué hubiera sido de la poesía y la literatura sin los gatos? Empezando por el cuento Cagliuso, o El gato con botas, recopilado por Charles Perrault, donde al benjamín de una familia le toca en herencia tan sólo el gato del granero, y antes de comérselo para no morir de hambre, el gato le dice que sólo necesita un par de bolsas y unas botas para demostrarle que, en verdad, su herencia es la más abundante de todas. Siguiendo por mis amados Poe y Baudelaire: De su pelaje blondo y bruno/ brota un perfume tan dulce, que una noche,/ y tan sólo una vez, bastó tocarlo/ para quedarme impregnado de su bálsamo. Una genial estrofa del poeta francés que jode todo el poema de arriba. Incomparable la verdad. Pablo Neruda con Oda al gato, Hemingway, Cortázar, Bukowsky... Hasta acabar por este blog. Tantos que adoramos a ese animal majestuoso, desconfiado, mágico. De siete vidas, que maneja a su antojo pereza y agilidad, según le convenga. Sensible noctívago dueño de la noche. Alejado de tópicos, porque soltero o no, puede caminar por donde le plazca. ¿Qué sería de este blog y de mí sin la caricia de mis gatas? Todo Relámpago lleva vuestro aroma, me habéis dado mucho más que yo a vosotras. Seguid aguantándome, descifrando espíritus y ladrones que vienen a robar nuestra calma. 

         Marcos H. Herrero. 

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