Ser poeta.





Ser poeta es desvelarse por el día,
secuestrar palabras delicadas,
poner en el anaquel de una librería 
páginas hechas de madrugadas. 

Ser poeta es empezar por el final,
mentarle la madre a cualquiera,
ser olvidado pertiguero de catedral,
un mago sin conejo y sin chistera. 

Ser poeta es ir a contracorriente,
caminar por una calle barroca,
gustarme porque estás como ausente
cuando callas y mi voz no te toca. 

Ser poeta es ver belleza
donde otros sólo ven bar. 
Entender que la tristeza
es nieve con la que jugar. 

Ser poeta es estar embriagado
de vino, de poesía o de virtud,
cantarle a los fantasmas del pasado,
a los de la atribulada juventud. 

Ser poeta es imitar a otros poetas 
más grandes y mejores que tú,
plagiarles mientras riegan las violetas,
irte a la guerra, como Mambrú. 

Ser poeta es nacer maldito,
es ser impuntual, incorrecto,
cambiar un verso por otro chupito,
para que tu miembro siga erecto. 

Ser poeta es ver belleza
donde otros sólo ven lupanar,
estar al lado de la pobreza,
aborrecer, cabrearse y delirar. 

Ser poeta es conocer la muerte,
invitarla a una cita a ciegas. 
Hojas de hierba en un volverte
a ver en el mar por el que navegas. 

Ser poeta es ser trapecista,
funambulista en la cuerda floja. 
Escribir un verso que desvista
al final de una tarde pelirroja. 

Contar Relámpagos bajo la tormenta,
prometer ser bueno con engaños,
lucir sangre en el puño y darte cuenta
que de casi todo hace ya veinte años.


       Marcos H. Herrero. 

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