Insomnio decembrino.





En esta noche fría, como un trapacista, el desvelo entra en mi cama. Me levanto y preparo café, por lo menos aprovecharé la oscuridad escribiendo. Pero, ¿de qué hablar? ¿Del murmullo de fiesta y comentarios que no dejan dormir? La conciencia juega un papel fundamental en la cama: libre de pecado regala un sueño tranquilizador, pausado, aburrido; sin embargo, a nosotros los apóstatas, los que todo lo hacemos mal, se nos suele alterar y ladrar a la luna. Debido a mi conciencia soy un dipsómano indocto, le tapo la boca a base de tragos, sino, ¿por qué creen que estoy en esta sala de espera? Porque no libé ni siquiera una cerveza y la duda me agarra por el cuello con su mano de ¿Qué hubiera pasado si...?

Todo el mundo debería tener la oportunidad de viajar atrás en el tiempo para reparar errores. Se dirían más te quieros, dormiríamos mejor, habría más sonrisa, menos enfados y yo no estaría escribiendo esta letra adormilada en pijama y con ojeras. Los juzgados apenas tendrían trabajo. ¡Cuántas veces dije que no queriendo decir duerme conmigo! ¡Ay si pudiera volver a una tarde anaranjada de agosto! Sin pensarlo diría sí. En aquel momento no lo vi, la perspectiva, o tal vez la distancia, otorgan a las personas amadas una belleza pretérita para echar de menos. Si hubiera aceptado, el dolor sería humo ascendiendo a un cielo oscuro y en este mismo instante su mano tocaría mi hombro, "Vuelve a la cama cariño, que no son horas". Pero dije no y ella se fue calle abajo rumbo al olvido, sin volverse. Puede ser que un día nos distingamos con ojos piadosos entre la multitud. 

Siempre perdemos lo que más queremos, y ahora, formando parte de su olvido no puedo dormir. 

Rebobinar el agua de la clepsidra que nos empuja hacia un final inesperado ha de ser definitivo remedio. 

A veces me desdoblo, contemplo a ese chico que se siente solo en mitad de la nada. Carga un periódico, una carpeta con papeles pintarrajeados, también disimula miedos, temores infantiles que le descosieron el alma. Parece perdido, abúlico. Me acercaría a él cual súcubo para ofrecerle trato. "El prontuario de tu año no ha sido tan malo carajo, levanta el mentón, sigues vivo, no puedes pagar constantemente el precio que te marca la vida, a menudo excesivo. Soportar sobre tus hombros todo el peso del mundo acabará contigo. Rebélate contra tu destino de insomnio y preocupación, que la soledad no vuelva por aquí. Fingir ser otra persona para poder ser un poco más tú mismo. Eso es poesía. Si sigues en pie después del amanecer, te prometo que romperé las cadenas que te afligen".

Bebo café y me recuerda a la máquina que despacha en la sala de espera del hospital. Hace un café turbio, ruidoso, de un agua sucia. Es jodido, la muerte trabajando por ahí con su guadaña y tú lo único que puedes tomar es un café insípido. Señora muerte, ¿podría cambiar esta estúpida máquina por otra más divertida que fabrique un café un poquito mejor, ya que tarde o temprano nos va a dar guillotinazo a todos los presentes? Que no, que tiene mucha labor, un paciente en la habitación 537 se resiste a sus encantos. Bueno, pues por lo menos présteme algo de azúcar para alegrar mi café, pero sin tocar con esa mano huesuda, no quiero que me lleves contigo antes de tiempo, a mí todavía me quedan muchos años de guerra, pienso vivir por lo bajito hasta los 104. 

Las cinco de la mañana, te deben quedar como cuatro horas de sueño. El niño recién nacido de mi vecino se ha despertado con un berrinche atronador, tendrá hambre. Es curioso lo que son capaces de hacer los bebes por sobrevivir. Las luces paranoides de una ambulancia titilean durante tres segundos en la habitación. Sólo tengo que mirar a través de la ventana para ver que los dueños de la quieta noche son borrachos que intentan llegar a casa, taxis somnolientos, parejas en busca de un hostal barato, sonámbulos, como yo, que quieren poner un latido díscolo en el corazón antes de que acabe este año defectuoso. No sé si el sístole o el diástole podrán disfrutar de un soplido rejuvenecedor antes de que se termine la función, lo que sí sé es que esta entrada, la penúltima del año, quiere saltar por la ventana. Prometo no agarrar la pluma en mis sucesivas noches de desvelo, tenía que hacer algo para aliviar esta conciencia indefectible, madrugadora, fatal. 

          Marcos H. Herrero.

Comentarios

  1. Mr. Anónimo28/12/15, 22:20

    Las personas que no pueden dormir suele ser porque tienen algo que les come por dentro. Parece que también es tu caso " la conciencia juega un papel fundamental en la cama", o eso dices. Tal vez deberias limpiar tu alma antes de dormir. Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí me gusta comer de verdad, beber de verdad, follar de verdad, escribir de verdad, y eso suele alterar la conciencia por las noches.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Al arte que me ha dado tanto.

ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.

Un camino diferente.