No cabrones, Javier Krahe.

Hoy he amanecido con una de las peores noticias con la que puede amanecer un aprendiz de poeta como yo: Javier Krahe ha muerto. 

Brillante, revolucionario, noctívago, tocapelotas, rocambolesco, divertido, rojo. Tan Brassen, tan Mandrágora. Siempre te puse de ejemplo para describir mi vida. En Disquisiciones sobre poesía y literatura escribí la anécdota que más me gusta sobre ti, la habré contado como un millón de veces, pero la vuelvo a contar. Estando Sabina en el Café Gijón, reunido con esos pseudo poetas que tanto abundan en este país, uno de ellos se le acercó y le dijo: Tú sí que eres un gran poeta y no ese Javier Krahe.- 

Sabina aguantó la conversación una hora más hasta que soltó: ¿Vosotros sabéis de quién son estos versos? Tú que has tenido la rara fortuna/ de conocer/ el corazón a la luz de la luna/ de mi mujer,/ tú, que supiste cogerle el tranquillo/ a esos abrazos/ más de una vez te adivino en el brillo/ de sus ojazos./- 

Algunos de los que se creían poetas decían que los versos eran de Garcilaso, otros que de Lope de Vega. Hasta que Sabina les dijo: No cabrones, Javier Krahe. 

Otra anécdota, y ésta la he hecho mía de tanto contarla y porque dice mucho de mí, es la de que una noche Sabina y Krahe (¡cómo no!) fueron a un concierto, no recuerdo de quien, creo que Sabina cuenta que era una especie de teatrito. En la primera canción Krahe sacó a Sabina del concierto. 

¿Qué pasa Javier, no te gusta el concierto?-

Vámonos Joaquín, estos tipos saben cantar. El mérito lo tenemos nosotros que no sabemos cantar y cantamos. 

Cada vez que me emborracho la cuento. Esa anécdota nos hace honor a todos los fracasados que sin saber cantar, sin saber pintar, o escribir, o bailar, lo intentamos. Como aquél camarero que detrás de la barra escribe unas palabras en servilletas arrugadas sobre Javier Krahe, con el bar a tope exigiéndole cafés y Coca-Colas y Gin-Tonics preparados. ¡Pobrecito! Lo tiene crudo, el esclavo lleno de cultura y los mandamases que ni saben quién es Krahe. Tal vez ponga la letra arrugada en un blog, como venganza, porque el camarero que trabaja los domingos y el autor de Relámpagos son la misma persona, cabrones. 

¿QUÉ? No puede ser - dicen los pseudo poetas. 

Sí señores, yo siempre fui camarero. Ya les dije que la cultura viene de muy abajo, del fracaso y las cuestas arriba, de las vidas destrozadas y las horas extra. O ¿qué se pensaban, que yo era uno de esos bohemios con sombrero de universidad a los que no se les acaban las oportunidades? ¿Que escribo en un ático del Soho rodeado de musas pálidas que me comen la polla? ¡Qué va! Soy un analfabetillo que no sabe escribir, pero que lo intenta, de ahí la gracia. Y a menudo escribo detrás de una barra, o entre dos contenedores, o mientras hago la compra....

Marcos, cóbrame -

Dame un agua -

A mí una Coca-cola -

¡Callaros malditos, no veis que estoy escribiendo sobre un gran poeta! -

Como les decía, Yo soy de Javier Krahe. 

Como homenaje, y porque no se me ocurre otra cosa, pondré esta semana en la página de Facebook poemas de Krahe, uno por día. Empezaré por Sábanas de seda, de donde provienen los maravillosos versos de arriba. Y más adelante, cuando vuelva a tener el corazón tiernito por algún poeta, me desnudaré un poco más. 

    Marcos H. Herrero.