Animales y animales. Tres cuentitos.

 
1.

Hay una rotonda en mi ciudad, olvidada, arrabalera, triste, a la que acude puntual una menesterosa señora para dar de comer a unos gatos mojados. Viste ropas agujereadas, el pelo gris, revuelto, y sus movimientos son lentos. Lleva un carrito, como de ricachona que sale de supermercado, pero mucho más decrépito, en él guarda agua y sustento para gatos. No sé cómo se llama, nunca me he parado a hablar con ella, mi timidez no me lo permite, cuando paso por allí sonrío, además este es mi homenaje: unas palabras en un blog perdido que no leerá casi nadie, como sus gatitos; porque esa señora de recóndito nombre ha hecho más por el mundo que Obama, Rajoy y Merkel juntos. Y no me comparen la bondad de un gato abandonado, que no sabe de envidia, de celos, de mentiras, de odio, con la iniquidad de esos animales bípedos, poco más que pitecántropos, que se las dan de especie dominante, con su vileza y depravación, con su rencor y desprecio, con su encono y sus fruslerías. Y para muestra un botón: imagínense unos gatinos asustadizos, que sólo quieren jugar, en uno de los pocos descampados que no alcanzó la voracidad de la construcción, al lado de una rotonda y de chalets feísimos con carteles de Se vende, a la intemperie, aguantando lluvia y calor, escarcha y niebla, bebiendo agua de charcos en el asfalto, sin amparo, quitándose la mugre con sus ásperas lenguas, pues bien; a veces, cuando estos animales descansan en el asfalto, otro animal acelera su coche para intentar atropellar al gato indefenso, o para hacer la gracia. Si el bello animal es rápido esquivará la envestida, sino sus tripas quedarán en la calzada, y el pitecántropo seguirá su camino sentado en su potente coche, tal vez riéndose de atentar contra uno de los animales más hermosos de la naturaleza. Yo maldigo y pienso en que el animal dominante es el que sobra, incluido yo, incluido tú, por llevar tanta rabia en nuestras espaldas y no perseguir reflejos de luz. También pienso en la mujer de los gatos, que ahora le estará dando de comer a unos animales hambrientos, a los que sólo le importan a ella. Todos esos gatos caben en este blog, aquí nadie les atropellará y podrán tomar el sol tranquilos. Quizá mañana supere mi introversión y pueda contarles este cuento. 



2.


Nadie parece saber el porqué. El niño me mira con ojos desbordados. Siempre fui su compañero de juegos, su compinche y amigo, nos queremos. Nunca me separo de él, le espero hasta que llega del colegio y duermo a los pies de su cama. Quizá esto ocurra por esa manía mañanera que tengo de morder los zapatos. El padre conduce, acaso pusilánime, no se atreve a mirar por el espejo retrovisor, pensará en el verano y yo, aquiescente, espero en el asiento de atrás. ¡Cuántas veces el hombre mostró su ternura ante mí! ¿Será porque se van de vacaciones? La madre da un respingo, no está bien pero cree que no hay alternativa, ahora se evitará pasar tanto la mopa o aspirar el sofá, aunque no será más feliz. El otro día lloraba en la cocina y cuando me acerqué ladrando para que jugara conmigo sonrió. Por eso sigo preguntando con mis ojos el porqué de mi condena, si me porto bien y soy más fiel de lo que mis dueños serán nunca, ni conmigo, ni entre ellos, y aún así, sé que me van a abandonar; tal vez sea alergia, o la alfombra en la que un día, por pura felicidad, oriné. 
El niño es el único que llora mientras el coche se aleja. Pasaré hambre y estaré a expensas de una naturaleza hostil. Mi bondad desaparecerá mientras lucho por no acabar desparramado en el kilómetro de una autopista. De suerte acabaré en una perrera, esperando una inyección o una familia que no me abandone. Pero ¿sabéis qué? Si alguien me adopta y aplaca mi hambre, volveré a ser bondadoso y fiel, los perros nunca nos cansamos de dar oportunidades al ser humano. Después del abandono, de las patadas y peleas, de la tortura y la muerte, seguiremos a vuestro lado. 



3.


Sabi es la gata más hermosa del mundo. Yo estoy enamorado de ella. Protestona, altiva, cariñosa, afrancesada, caprichosa, dormilona, obediente, expresiva, armadanzas, cazadora, sensible, perfumada, legañosa, atenta, colorida, inteligente, consentida, juguetona. De ojos verde veneno, tiene un poema bastante hermoso, y ama a este animal que les escribe, y eso es mucho decir. 
Hace unos meses Greta llegó a casa. Una gatita con complejo de araña. Noctámbula, escuálida, soñadora, pindonga, atrevida, falta de un amor que el mundo no le concedía, mágica, abracadabrante, nerviosa, dueña de un ronroneo que hipnotiza, su juguete favorito es un peluche azul y no le tiene miedo al agua. 
Sabi la ha aceptado como hija con algún que otro bufido, le ha costado educarla, pero ahora se quieren y comparten la comida, juegan y se acicalan la una a la otra. Greta imita a Sabi en todo lo que hace, ha engordado y me persigue por la casa. Son felices, de hecho, mientras escribo estas palabras me acaban de pasar por encima, jugando a cazar, porque estos animalitos conservan el cien por cien de su instinto, son curiosos y con su ronroneo se curan las heridas. 
No existe un animal más mágico que los gatos ¿Desconfiados, recelosos, traidores? Como se nota que no viven con ellos, nunca muestran ingratitud, son pacientes y sobre lo de la desconfianza ¿quién confía hoy en un Hommo Sapiens? Sólo saben de mentiras e infidelidad. Pongan un animal en su vida, les dará más humanidad que las personas de su alrededor. 



     Marcos H. Herrero. 


Comentarios

  1. Son tres cuentazos, Marcos. Tu pluma siempre me emociona.
    Por desgracia, muchos animales han aprendido que nunca pueden hacerse apuestas seguras por los humanos. A mí el ser humano me decepciona con sólo encender la radio cada mañana.
    Un fuerte abrazo.

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