Si tú no fueras tan yo. XXIX




- ¡Otra vez tú por aquí! Este espejo es un pañuelo. Hacía casi un año que no hablábamos. 

- Ya ves, cada 26 de febrero me toca aguantarte. 

- No tienes mala pinta, diría incluso que estás mejor que el año pasado. Con lo que tú has sido, no vayas a decirme ahora que te cuidas y toda esa mierda...

- Un poco, sólo un poco. No te asustes. La verdad es que este año he cometido menos disparates... Uno se hace mayor. 

- ¡No me jodas Marcos! ¿En qué te quieres convertir? ¿En un tipo que se hace análisis y sale a correr por las mañanas? Mírate coño, ahí en calzoncillos, recién desayunado, estás estupendo, tienes mucho Rock and Roll en las venas. Que le jodan a los matasanos, y al colesterol, y a la tensión... Tú morirás un jueves cualquiera...

- En París, con aguacero. 

- Exacto. Por cierto, me contaron que hace poco te vieron por París. ¿Cómo fue? 

- Demencial, soberbio, insuperable. Imagínate, yo, en París. Pasear por esas calles llenas de frío y buhardillas, de moda y longitud, de mapas y cafés. 

- Siempre fuiste un romántico. 

- Tengo un álbum de fotos en el salón, espera un segundo que te lo enseño. 

- Mira, aquí estoy subido en la Torre Eiffel. Notre Damme. Senna. Madeleine. Arco del triunfo. Louvre. 

- ¿Salir de este pueblo cambia la vida?

- Te da perspectiva, visión, tolerancia, optimismo. Es edificante ver como se mueve toda esa gente de las grandes ciudades. Yo cuando voy del trabajo a casa pienso que el mundo va de pena. Aquí no hay muchas oportunidades, ni museos, ni cines, ni ideas, ni idiomas ¿sabes? Pero cuando "sales al mundo", que dirían los gitanos, te das cuenta de que no todo va tan mal, que fuera de la frontera de trabajo-casa, hay un mar azul donde la gente navega con talento. Hay papeles, acuarelas e incluso versos que aún no se han escrito. 

- Desde luego que naciste para vivir en el epicentro de este mundo. Lástima que estemos tan lejos, juntos podríamos hacer muchas cosas. 

- Hay que ser feliz con lo que se tiene. Como dijiste antes, no estoy tan mal, aquí tengo una labor importante, todos los días aprendo algo. Intento que el epicentro se acerque un poquito a esta habitación. 

- Valga la redundancia: RO-MÁN-TI-CO. Mira que te gusta luchar contra lo imposible eh. 

- Odio lo fácil. Ya lo sabes, sino ¿para qué carajo estoy hablando contigo?  

- Lo sé, lo sé. Si es lo que más me gusta de ti. Menudo Don Quijote estás hecho. Y a lo que vengo, ya 29 majo, un año para 30, ¡quién lo diría!

- No empieces. 

- Anda, con lo que me gusta picarte con estas cosas. A ver, acércate un poco, ¿qué es eso? Ya tienes canas, tres que yo haya contado. 

- Calla. 

- No pasa nada, a mí también me han salido varias canas, e incluso alguna que otra arruga, pero no me preocupo. El tiempo es así, pasa más rápido de lo que creemos. 

- ¿Qué dices? Anda ya, tú estás genial tío. 

- No te creas, no te creas. Ya voy teniendo una edad. Bueno, cuéntame, ¿cómo es un día en la vida de un aprendiz de escritor en la frontera de los 30?

- Jodido. Lleno de problemas. Como diría Lester Burnham: " Aquí me tienen, cascándomela en la ducha, para mí, el mejor momento del día, a partir de aquí, todo va a peor". Me gusta volver a la cama después de desayunar. ¡Ay! Sabi, déjame un momento cariño, que estoy hablando con este señor. Una de mis gatas, Sabi, disculpa, es que está pasando un celo restregón y no para de perseguirme por la casa en busca de cariños. Ahora te doy mimos amor, corre a jugar con Greta. Bueno, como te decía, que estoy entretenido solucionando problemas. Me enamoro, me desenamoro, escribo algún verso, leo y siempre que puedo quedo con mis amigos para emborracharme. 

- Ese es mi Marquitos, el beodo guasón que siempre tiene un verso en la boca. Recuerdo el día que nos conocimos, en un bar por supuesto, llevábamos como 20 copas y la gente pensaba que hablábamos solos, ¡qué pringaos! No se enteraban de nada. Creo que tú sedujiste a una camarera esa noche. Vaya labia. ¿Sigues enamorando igual que antes?

 - Mis sortilegios ya pasaron de moda. Los tiempos cambian, si ahora dices un verso en una discoteca a las 3 de la mañana es posible que acabes en el calabozo. Además, cada vez me cuesta más empalmarme. 

- No me hagas reír. Por cierto, ¿te gustó el poema que hice el año pasado por tu cumpleaños?

- ¡Claro que sí! Eres un artista. Lo puse en el blog, con un poquito de prosa que escribí. Un día vas a ser un gran poeta y yo seré tu manager, prepárate para quedarte sin un duro. 

- Eeeehhhhhhhhhh... Pues ya puedes poner esta conversación también, que para una vez al año que hablamos...

- Disculpa, me voy a duchar, cuando termine te veo en el baño. 



- Sécate mejor el pelo que hace mucho frío, y pásale un trapito al espejo, no te veo bien. 

- Ni yo a ti. ¿Así está mejor? 

- Yes. Entonces ¿pondrás esta conversación en Relámpagos?

- Creo que sí. Hoy me levanté tarde y no he escrito un carajo, así que tengo que rellenar el blog con algo. 

- Pues gracias. Aparecer en el blog que tiene la mejor poesía de internet es...

- Vanidoso. 

- Déjame terminar la frase. 

- Vanidoso. 

- ¡Qué bobo estás! Y... ¿Cómo escribes?

- ¿Cómo que cómo? 

- ¿Tienes algún ritual o algo por el estilo?

- A veces escribo tumbado, con las gatas durmiendo encima de mí. Repaso ideas y frases. ¿Me quedan bien estos pantalones? No te hagas el despistado. 

- Siiiiiii. 

- Gracias. Otras me siento en la mesa a dar forma a mis ideas con papel y pluma. Normalmente escribo por la mañana y bebo té mientras tanto. Las inspiraciones no vienen a menudo, pero si llaman a la puerta siempre es de noche. Llevo una libretita pequeña donde apunto palabras, lugares, sueños. Y ya que se me ha soltado la lengua, porque eres el primero que me pregunta por esto, te diré que nunca escribí estando borracho, pero que lo estoy deseando. Si se me ocurre algo en esa situación, apunto en el bloc de notas del móvil. 

- Tienes to petao. Así me gusta. Ya he visto en la mesa el montón de papeles y libros que tienes, ¿los has leído todos?

- No. Me quedan unos cuantos. Siempre que voy a la librería compro más de lo que puedo leer, entre eso y los que me regalan... Seguro que hoy me regalan alguno, ya verás. 

- Alguno que no te gusta claro. Con lo especialito que tú eres...

- De todos los libros que leí, siempre saqué algo de valor, pero reconozco que hay algunos infumables. Encima, llevo un tiempo con el criterio demasiado alto y no me hace tilín ninguno. Este año llevaré leídos unos cuatro y no me han llamado la atención. Odio la mala literatura, y en este país hay mucha. En fin. Cambiemos de tema que me chisco

- La verdad que sí. Cambiando de tema. ¿Me prestas un libro?

- No. No presto libros a nadie. La gente no los devuelve. Bendito aquél que dijo: "Le presté un libro a un amigo y no me lo devolvió. ¿Entonces perdiste el libro? No, perdí un amigo". Pero contigo voy a hacer una excepción. Coge uno si quieres. 

- A ver. A ver. ¿Cuál me recomiendas? 

- Tienes Rayuela, Vida y Destino, Así empieza lo malo, El impostor. Aunque a ti te recomendaría Adiós a las armas

- Pues no se, no me decido. Tienes tantos...

- Apúrate que voy a comer con mi abuelo y no llego. 

- Tú síguete peinando. Protestón, que eres un protestón. Siempre con prisas, ¡calma un poco carajo! Que es tu cumpleaños y no haces más que correr. 

- Sabes de sobra que no me gusta este día, la gente se pone muy tonta, me felicitan personas que no me hablan durante todo el año. Lo que te decía, calla, ¿lo oyes? Es el puto teléfono, seguro que tengo 30 felicitaciones de WhatsApp. Personas que no veo nunca y que hoy les ha informado el Facebook de que cumplo años. ¡Cuánta falsedad!

- Coño, ¿cómo crees que me he enterado yo?

- Eres un gilipollas. Además, me he levantado tarde y ya es hora de salir a la calle a cometer los mismos errores de todos los días. 

- Marcos, espera, que se te olvida la bufanda. Acércate. Mírame a los ojos. Esas erratas de las que hablas son la vida misma. Cometería los mismos errores si tú no fueras tan yo. 

- Eres un crucigrama irresoluble que me alegra los aniversarios. Pensaré en ti antes de irme a dormir. Todas las noches. Ahora vuelve a ese espejo, te prometo no entregarme sin luchar.  













       Marcos H. Herrero. 

Comentarios

  1. Querido Marcos, de nuevo un Relámpago sorprendente e ingenioso, mezcla de El Club de la Lucha y el oscarizado Birdman. Es un diálogo hilarante y original, y me ha encantado. Quería felicitarte a ti y a tu otro yo, y desearte que sigas acompañándonos con tus relatos y poemas muchos años más. No cambies nunca, Marcos. Un besazo

    ResponderEliminar
  2. ¡¡¡Soberbio, Marcos!!! Un grandioso diálogo a la altura de lo que nos tienes acostumbrados. Si es que eres un pedazo de escritor, chiquillo.
    Por cierto, el día que regreses a París, no te pierdas la plaza de Furstenberg de noche, con la farola encendida. Estoy segura de que te inspiraría preciosos versos. El pintor Delacroix vivía en el número 6; también fue escenario de algunas películas. Hubo un tiempo en que viajaba con mucha frecuencia a París y pateaba sus calles en busca de sus tesoros.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre viene bien un diálogo contigo mismo. Volveré a París lo más pronto que pueda, sin duda, así que tomo nota Karima. Gracias por tantas y tantas cosas. Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Al arte que me ha dado tanto.

Tormenta de mayo.

ESCRIBIR UNA PRIMERA NOVELA Y EL RUIDO QUE NOS SEPARA.