Y de repente no me maté.



Pongo las manos en la fría barandilla, abajo el agua corre casi congelada, hacia arriba la única farola que no ilumina este interminable puente, detrás coches despistados y hacia delante un salto inminente. El vértigo se mueve en mis ojos, la escarcha congela mi aliento, todo se perdería en un paso, nunca fui un buen equilibrista y son pocas las probabilidades de que mi caída la amortigüe un barco que vaya al vertedero. Esto es demasiado egoísta, volveré a casa, hace mucho frío. 

Ya se fueron los invitados, abro un cajón y saco un desvencijado revólver, lo aprieto contra mi corazón; en la cabeza sería una falta de respeto, demasiado macabro. El disparo apenas se oirá. El temor se intensifica, mi mano tiembla, no arrastraré con el dedo el gatillo, por el contrario hundiré alguna tecla de mi Hispano Olivetti, al fin y al cabo viene a ser lo mismo, hoy mi revólver no vomitará humo. 

El último golpe me ha tumbado, siento sangre en la boca, mis oídos chillan, huelo la lona, sudor y fracaso de los que antes lucharon aquí. El público se levanta de su asiento, parecen gritar, el árbitro comienza la cuenta atrás, mi rival mira desafiante desde arriba, aún quedan muchos rounds, intento levantarme, dejo una mancha de saliva y sangre en el suelo, hinco la rodilla, el árbitro grita. 5, 4, 3, 2...

Sin gata lo único que queda es agarrar un cuchillo para abrirse las venas. La bañera está lista, una llamada de emergencia, siete centímetros de recorrido en mi muñeca y una espera con sabor a despedida definitiva. Soy demasiado cobarde para llevar a cabo tan desquiciados planes, siempre lo dejo en el último segundo, prefiero abrir una cerveza y coger mi pluma. Como dijo el maestro: "un buen verso quizás sea la parte valiente de un cobarde". 

La cartelera del cine se refleja en un charco, en ella está la película que tanto tiempo he estado esperando. En el póster está la foto de un músico que lleva a cuestas guitarra y gato, noto fracaso e inteligencia a raudales, me encanta. No hay nada mejor para quitarse de encima una depresión navideña que los hermanos Coen. 
La sala está casi vacía, maldito dinero, maldito IVA, maldito gobierno. Niebla en la pantalla, folk y una semana con Llewyn Davis por las frías calles del Nueva York del 61, buscando donde dormir. Fracasado con talento, busca el éxito tocando en los cafés del Greenwich Village antes de que Bob Dylan revolucionara la vida musical americana. Palizas en callejones de atrás y el reflejo de un gato en el cristal de un vagón de metro. ¿Talento y fracaso? ¡Carajo! Tengo que volver a escribir aunque la cara de mi gata ya no se refleje en la ventana, porque como en la película, los gatos siempre vuelven a casa, o acaban atropellados en la cuneta. 







VANIDAD DE VANIDADES. 

Otro triste suicidio sin valor,
agarrado a un vértigo poco insondable. 
Bandera pirata a estribor,
mi ego se está volviendo deleznable. 

Otra botella pidiendo un beso,
mi galeno anuncia malas noticias,
que no viva con tanto exceso,
que le eche freno a tantas ardicias. 

Otro día que no me provoca escribir
sobre un paquebote en medio del mar,
miseria es lo que traerá el porvenir,
sin salvavidas, sin isla donde encallar. 

Otra ex que me ve más delgado,
sólo guardo derrotas en mi alcancía,
prefiero las manzanas con bocado,
dejemos las exequias para otro día. 

Otro edénico baile sin pareja,
la culpa es del hielo de la gasolinera,
me hago el listo si se deja
ganar a los médicos la primavera. 


Gracias a todos aquellos que me habéis dado una excusa para seguir escribiendo. Desde aquí les digo: "No han visto nada todavía aún, lo mejor espera a la vuelta de la esquina". 



      Marcos H. Herrero.


Comentarios

  1. Eso mismo, “todo se perdería en un paso…y demasiado egoista”!!! Menos mal que te ha dado por recapacitar, porque anda que…
    La próxima vez que te vuelva a dar un arrebato así, haz el favor de pensar en nosotros. Bueno…el “come back” estupendo y la nueva presentación del blog, genial. Parafraseando a Sabina, me alegro un montón de que este “adiós” haya sido un “hasta luego”.
    Un abrazo, Marco. Te admiramos, no lo olvides.

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    Respuestas
    1. Una vez me dijeron que todos los puentes están enamorados de un suicida. Desde luego que acabar con tu propia vida es el acto más egoísta que puede llevar a cabo una persona, aunque también es esperanzador y un puntito romántico. A mí me encanta como recurso literario, hay mucho suicidio en nuestra vida diaria. La verdad que necesitaba unos días desconectado. Estoy de vuelta (no aguanto sin escribir) con nuevas historias y rimas y derrotas que espero que hagan más dulce el efecto de irnos suicidando día a día. Muchísimas gracias por tu apoyo Karima. Un abrazo.

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  2. Increíble. Pocos poetas quedan ya que rimen y lleven un ritmo tan brutal. Aquí tenemos uno de los escritores más importantes de este tiempo. Gracias por volver.

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