Valladolid. Amor inolvidable.






Cuando mi ciudad besa con labios inciertos,
cuando me pone cuernos con beocios poetas,
ella siempre me espera con los bares abiertos,
con el silencio detrás de ventanas indiscretas.

Locura bien vestida, niñera desobediente,
cuento estrellas opalinas desde tu buhardilla.

Postal castellana de asfalto intransigente,
vivir significa domingo de paseo por Zorrilla.

Entre gin tonics me llevas por áulicos pasillos,
secretos de antiguos reyes que vivieron en ti.
Espero el desconcierto con frío en los bolsillos
o paso por la blanca exposición Antoni Gaudí.

De madrugada dejaré propina a la camarera,
borraré mis huellas, no levantaré sospechas.
Mañana estarás sola, con ruido, con dentera,
las mejores amantes nunca están satisfechas.

Maldigo al Dios que te parió tan lejos del mar,
un amor timorato, amarillo imposible de olvidar.


   Marcos H. Herrero.

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