Relámpago navideño
No me llevo bien con la Navidad, y ahora que ella no está, menos todavía. Ojalá las cosas fueran de otra manera, será la paradoja de Aquiles y la tortuga. Y como no hay mayor rebeldía contra el destino que asumirlo en toda su extensión, algo tenía que escribir a estos días tan barrocos, aunque por mucho que escriba, Aquiles nunca alcanzará a la tortuga.
Las luces en las calles
Anuncian una nueva Navidad
Cargada de detalles
Que abrirás con curiosidad.
La gente compra, la gente vende,
con lustroso papel moneda,
a no ser que venga algún duende
que robe regalos en la vereda.
Matasuegras y decadente arbolito,
un niño se escapó del Belén
persiguiendo su juguete favorito,
esperadme en otro andén.
Villancicos y asesinos andan sueltos,
Papa Noel me cae gordo,
tus gustos aún continúan envueltos,
sigue haciéndote el sordo.
Dádivas cuelgan lacrimosas del estambre,
Copas y platos rebosantes,
que le den por culo al que pase hambre
y traigan ya los entrantes.
El fantasma de Navidades pasadas
rompió su promesa.
El engañado trabajo ríe a carcajadas
en otra cena de empresa.
Ahora que ya casi nunca pierdo,
los padres dejan carbón.
La inoportuna nieve y el recuerdo
no se comen el turrón.
Ven Grinch a este abyecto mundo,
cárgate la Navidad y sus clichés,
entierra los regalos profundo,
haz que quiebre el corte inglés.
Marcos H. Herrero.
A esto lo llamaría yo escribir las cosas como se piensan y se sienten.
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