REMO Y BRÚJULA.
De todo el delirio que estamos viviendo lo que más miedo me da es el cambio que está experimentando la ciudad. Este año se lo ha llevado casi todo, el maquillaje de las calles y los edificios, las luces de los escaparates, la gracia, digamos, de esta ciudad. Normalmente la metamorfosis es gradual, al igual que la vida, el deterioro o la vejez asoman despacio, por mucho que nos empeñemos en lo contrario. Hasta hace poco podías caminar por la calle y decirle a tu acompañante: Mira, ahí estaba la guardería a la que fui de pequeño, y señalar un local abierto, una zapatería o un bar, qué se yo, el negocio que sigue vivo después de ser guardería en un periodo de 20 o 30 años. Hoy nadie puede hacer eso, los negocios cambian a la velocidad de la luz, y el 2020 se ha encargado de acelerar el proceso con su rayo de ruina y destrucción. Locales vacíos y en casi todos los escaparates el cartel de Se Vende o Se Alquila. Donde antes había un negocio ahora hay una cristalera vacía, más allá polvo y