Todo lo demás no me interesa.
Algunas cicatrices ya olvidadas, un pantalón con el bolsillo descosido, el rojo que dejan las bofetadas, mis gatas y su electrizante maullido. La lágrima irresoluble con garabatos, ciertas palabras que alegran mis tardes, escritas por dipsómanos y literatos que nos llenan de valentía a los cobardes. Una historia que me ponga a escribir el lento engaño de cualquier promesa, mostrar mi pañuelo blanco al porvenir. Todo lo demás no me interesa. Los claroscuros y sus daños a terceros, ciertos bares, ciertos callejones sin salida, algunos trazos de graffiti en los cajeros de los bancos más opulentos de la avenida. Tu sonrisa cómplice, tu bella inocencia, proteger el sueño que duermes a mi lado, este cenicero rebosante de decadencia, la ventana cuando viste un cielo nublado. Los barrios suburbiales y su mestizaje, el vuelo acunado de una pavesa que abrasará bosque en su aterrizaje. Todo lo demás no me interesa. La